4/23/2014

Rosa divina...












Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida

de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!

Sor Juana Inés de la Cruz

En el día de la rosa y el libro.

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Un regalo de miedo...

















La obra de Oscar Wilde es amplia, y genial. Y quizá la más entrañable de sus novelas, es la muy breve "El fantasma de Canterville".
La historia es acerca de una familia  que compra un castillo inglés habitado por el terrible fantasma de Lord Simon Canterville, que cuenta 300 años aterrando gente. Se trata de un relato de fantasmas poco común, pues el fantasma incluso se indigna por el poco respeto que los vivos le muestran.
Lo  inesperado del final pone un moño a este libro clásico de la literatura universal,que les regalo en este día del libro. Espero que Lord Simon les aterre,como sabe...

"El Fantasma de Canterville" de Oscar Wilde.

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4/22/2014

Entre líneas...




en el día del libro y de la rosa:

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4/20/2014

La venganza de Monika...





Monika tenía 34 años de edad   cuando aquel 1 de abril de 1971, entró en el consulado boliviano en Hamburgo para solicitar una visa. Luego solicitó hablar con el consul... Entró en su oficina,  y disparó su escuadra automática tres veces sobre el pecho del cónsul, tres tiros de cuyos agujeros brotó una línea de sangre que formó una mancha en forma de V sobre la camisa del muerto:  tal vez quería decir "victoria" en el idioma de la justicia poética... Sobre el escritorio, Monika dejó una nota que decía "Victoria o muerte", el lema de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional en Bolivia...Pero quién era el cónsul?
Era,nada menos que el coronel Roberto Quintanilla, el responsable del ultraje final al Che Guevara: el sujeto que la amputó las manos al guerrillero...
Y quien era Monika?
La misteriosa rubia nació en la Alta Baviera, pero creció en Bolivia, era la hija de Hans Ertl, ( camarógrafo alemàn, fotógrafo de Hitler, que se refugió en ese pais, cuando el Tercer Reich se derrumbó y los nazis huyeron a Sudamérica).
Desde muy joven,la muchacha despreció el pasado fascista de su padre y se sintió conmovida por  las terribles injusticias sociales en Bolivia, y aunque su padre la adoraba,enseñandole a montar y a disparar,la joven para alejarse de él,aceptó casarse  con un rico boliviano, del que  se divorció al poco tiempo para irse con su amante: Inti Peredo, el segundo del Che. "Era un Cristo con una pistola", decía Monika de su amante,al que siguió en la guerrilla,hasta que éste cayó muerto por el torturador Quintanilla, quien se había fotografiado con orgullo al lado de los cadáveres del Che y de Peredo.
Después de la muerte de Guevara,Monika ayudó a los combatientes sobrevivientes brindándoles refugio y manera de salir de Bolivia,usando el sobrenombre de batalla de "La Gringa" o "Juana", logrando con su capacidad de organización,llegar a ser a una de los principales dirigentes de la organización.
Ya con jerarquía en la guerrilla,Monika se preparó para vengarse de las muertes del Che y de Inti. Quintanilla había huído a Alemania, temeroso de la revancha de los guerrilleros,asi que se hospedaba en un apartamento en el mismo edificio del consulado boliviano. Allí, la dictadura militar le había dado Quintanilla el consulado como premio por su abyección. Y es que los generales temían a Fidel Castro, que había dicho "Quiero a todos esos asesinos muertos." Pero torpes,temían los comandos cubanos, y jamàs a esa muchacha  bávara, rubia y linda,que deserrajó tres tiros al miserable Quintanilla...


Despues de disparar su arma -obtenida por Giangiacomo Feltrinelli a través de la red internacional de la "ultra-izquierda-,sobre el cónsul,y salir de Hamburgo,se perdió toda pista de Monika durante dos años, hasta que se dice fue traicionada por su propia familia,que dió el pitazo al criminal de guerra nazi Klaus Barbie Altmann,“el Carnicero de Lyon”. al que ella llamaba “tío", y que le tendió una emboscada, la torturó hasta la fatiga del verdugo,y luego la mató...
En vano su padre pidió a la entrega del cuerpo de Monika. Se le negó para que nadie supiera hasta que punto inaudito había llegado la tortura...Sus restos fueron sepultados en una fosa clandestina de la selva boliviana, perdida en el monte...Y aunque Monika tiene una lápida simbólica,hecha de una piedra primitiva en un cementerio de la Paz , el olvido tiende su velo sobre la vida de la mujer que  vengó la muerte del Che...

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4/19/2014

El espectro del Revolucionario...








Corría el año de 1919 y era el mes de abril. Unos hombres a caballo, cruzaron a todo galope las estériles tierras morelenses,abandonadas por la guerra, hasta que por fin llegaron al caserío de San Miguel Anenecuilco con una mala noticia...Algunos venían llorando,otros cerraban los puños sobre las riendas casi hasta sangrar...No podían creer que su general Emiliano había sido asesinado en la hacienda de Chinameca...
Luego de dar las malas nuevas a los del pueblo,los hombres huyeron a las montañas,en desbandada,para no ser fusilados por el traidor Carranza,el que mandó matar a Zapata luego de que éste enviara una carta abierta al pueblo mexicano,en la que acusaba a Carranza de ser un presidente inepto y causa de todos los males que sufría el país. La verdad pesa,y esa crítica y el tono del documento zapatista, irritaron a Carranza a tal punto que juró aniquilar al general sureño y a su ejercito... y mandó a su sicario Pablo Gonzalez a tenderle una trampa a Emiliano.
 Con Jesús Guajardo, el segundo de Gonzalez,engañaron a Zapata, haciendole creer que el primero había desertado de las tropas carrancistas  para unirse a la causa libertaria y agrarista. Zapata le pide pruebas y Guajardo se las da, fusilando a 50 de sus propios soldados federales (con permiso de Pablo González y de Carranza), y ofreciendole armas y parque a Zapata para continuar con su lucha. Para hablar de eso es que Guajardo invitó a Zapata a comer en la Hacienda de Chinameca, Morelos, aquel funesto 10 de abril de 1919...
Hacia las 2 y 10 de la tarde, Emiliano Zapata se presentó en  la hacienda. Al cruzar Zapata al portal, adelantado a su escolta de 100 hombres algunos metros, un ordenanza apostado a la entrada, tocó con su clarín la llamada a honores. Ésta fue la señal para que los tiradores escondidos en las azoteas, abrieran fuego contra Zapata, que alcanzó a sacar su pistola con el  último aliento  de vida que le quedaba y, tratando de dar media vuelta, el caballo reparó aterrado, arrojando a su jinete  al suelo,y huyendo despavorido entre los cañaverales...
Los tiros de los fusiles de los federales se convirtieron en lluvia frenética y mortífera  contra los zapatistas que acompañaban a Emiliano...A los fusiles se les unieron las ametralladoras y las bombas que simultáneamente estallaban sobre la despavorida comitiva de Zapata,que incautos creyeron que iban a una fiesta en la hacienda,y no estaban preparados para defenderse de una masacre,por lo que huyeron sin saber lo que había pasado y tratando de no morir en la emboscada...
Una vez fuera del alcance de los proyectiles, comenzaron a reunirse para conocer las causas del ataque. Los mismos que iban atrás de Zapata informaron la terrible noticia de la muerte de su jefe.
En Chinameca,por fin cesó el fuego a las 4 de la tarde... Y Guajardo ordenó recoger el cadaver de Zapata como un fardo en una mula,y asi salió el asesino con el muerto de la hacienda de Chinameca, rumbo a Cuautla, a donde llegó a las 9 de la noche... y cuando llegó a las puertas del cuartel, desamarró el cuerpo de Zapata del lomo de la mula, y lo puso a los pies del General Pablo González.
Este ordenó que llevaran el cuerpo de Emiliano Zapata al patio de  la presidencia municipal de Cuautla,donde fue expuesto al público, colocándosele sobre una mesa en la inspección de policía: Entonces empezaron a acudir a velarlo centenares de curiosos y vecinos del lugar durante toda la noche.... A la mañana siguiente el calor de abril era abrumador, así que para evitar la rápida descomposición del cadáver González ordenó al Doctor Loera y a varios ayudantes  que le inyectaran formol, y que se le practicara la autopsia...Loera comprobó que Emiliano solamente había ingerido alimentos líquidos, y su cuerpo presentaba siete perforaciones correspondientes a siete tiros que le debieron haber causado la muerte casi instantánea. El cadáver no presentaba ni una herida en el rostro. Loera lo aseó y le cambió la ropa... le quitó el traje de charro sucio de sangre y tierra que llevaba, y se le puso ropa limpia. ...Realizado lo anterior se ordenó que el cuerpo fuera puesto de nuevo en exhibición,para escarmiento del pueblo. Y esa misma mañana.muy temprano, González envió a un propio a la ciudad de México para que comunicara los hechos al presidente Carranza, y cobrar los 50 mil pesos oro acordados por el crimen...
 Cuando cae un héroe verdadero, un hálito de tristeza y derrota recorre la tierra,y eso pasó en aquél aciago abril..pero es sabido que las leyendas de esos héroes ganan batallas póstumas. Y así, los ojos carbónicos de Zapata siguen vivos,interrogando al tiempo y desvelando  agravios ancestrales. La rebeldía de Zapata,al morir , se transformó en un símbolo universal de insurgencia y de atávicas luchas por la reivindicación de los desposeídos y  los humildes.

El pueblo lloró la muerte de "el más puro de los revolucionarios",el que  jamás cayó en sobornos ni deslealtades,y cuyo único compromiso fue con  la justicia para  los desposeídos, a pesar de que esto le llevó a ser extremadamente cruel con los explotadores en ciertos momentos...Siempre fiel a su causa,luchó por la tierra y la libertad para todos,y eso le costó la muerte...
Por eso fue que entre la gente humilde de la tierra morelense,no se dió crédito a  la muerte de Zapata; corría el rumor como pólvora,de choza en choza,de cantina en cantina, la creencia de que no era Emiliano el que había sido asesinado por Guajardo. Se decía que le hacía falta un lunar al cadáver,o que era más gordo que el general... Era sabido por el pueblo que después de los constantes atentados de que Zapata fue objeto, Emiliano usaba a un “doble” para ciertos eventos públicos. La gente lo identificaba porque, si bien era muy semejante al caudillo, su doble era más bajo de estatura; además, Zapata nunca usaba calzón de manta: siempre andaba de traje charro, armado y acompañado de su caballo...el "As de Oros". También se decía que no era posible que, si Zapata había escapado antes a tantas emboscadas y siempre había tenido tan buen olfato para descubrir engaños, hubiera caído en la celada de Guajardo de esa manera...
Desgraciadamente la identificación del cadáver de Zapata por parte de antiguos compañeros de armas y gente cercana fue contundente: el cadáver correspondía al caudillo del sur.
Ante la contundencia de su muerte,despues de sepultado,su leyenda dió un giro hacia lo inasible:
Algunos aseguraban que en las noches de luna, se le podía ver cabalgando cerca de Anenecuilco, el sitio de su nacimiento,en el "As de Oros",como un alma en pena aferrada a su ideal de libertad. Se contaba que bajo el ala de su gran sombrero negro,se podía ver una horrible calavera,donde destellaban unos ojos como tizones,buscando venganza...
Por los caminos de Cuautla, al pie de la sierra que limita el valle, por  los ejidos de Villa de Ayala y más al sur de tierra caliente,la mayoría de sus habitantes  han visto al jinete que cruza a todo galope los nocturnos cañaverales bajo la luz difusa de la luna, y se dice que durante esas noches,los grandes terratenientes,los dueños de los ingenios y los hoteles,se ocultan temblando de miedo,pues temen que el espectro les arranque la vida...
Es por causa de la miseria que se expande como una sombra por todo el sur mexicano,el que ha devastado la avaricia de los poderosos,que la visión espectral cabalga hasta  el área de las haciendas, o cruza de súbito, las carreteras del Estado de Morelos causando muchos terribles accidentes automovilísticos: Los sobrevivientes cuentan que se les apareció un charro montado en un enorme  caballo,causando el siniestro... Y los hoteles, balnearios y mansiones de la zona rica de Cuernavaca cierran sus puertas a cal y canto a eso de las 3 de la mañana,pues dicen que es cuando aparece el jinete a cobrar venganza de los abusivos, por eso éstos no dejan ni una sola ventana abierta, a pesar del mucho calor de la zona...Los vigilantes han escuchado el trote del caballo,y el sonido que hacen las espuelas sobre el adoquín. Algunos audaces han alumbrado las veredas con farolas para vigilar el paso del fantasma por la Hacienda Vista Hermosa, donde Zapata y su batallón tenían su principal campamento...Sus actuales inquilinos han visto la figura del caudillo salir cabalgando y han escuchado sus espuelas por toda la casa.
Así,  el fantasma de Emiliano Zapata  recorre esas tierras:  su alma vaga en pena por los montes y llanuras, y pena,doliente,porque la injusticia sigue igual para los oprimidos y los explotados por los que hace 95 años,al revolucionario le arrancaron la vida...

Para oir: "El espectro de Zapata"  aqui: http://www.bibliotecas.tv/zapata/corridos/corr08.html
Y este otro:
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4/18/2014

La Matlacihua....











En las noches más oscuras de la sierra mixteca, se aparece tras las ceibas, el ancestral espectro de la señora azul,a la que los zapotecos llaman "la abuela demonio",pues desde el tiempo primero fue dibujada en los códices con tocados hermosos y pechos descubiertos,como una bella,pero terrible imagen de una mujer muerta de cuerpo completo pero con la quijada de puro hueso sin carne...
Es la Matlacihua, la que con la sola mención de su nombre impone pavor en los hombres de Oaxaca...
Y es que en México, ellos tienen la mala reputación de consumir bastante alcohol y muy seguido andan borrachos.además de ver a la mujer como un objeto para usar y deshechar. Esto hace que las madres y esposas se enojen y que,sin darse cuenta,con sus quejas convoquen a la Matlacihua, que según parece es un fantasma feminista,y con esas conductas machistas, ella se enoja más que ninguna. Por lo tanto, es ella la que conduce a los hombres ebrios a los barrancos,a las espinas y a los lodos,para castigarlos por no estar en sus casas con sus mamás y sus esposas.
La Matlacihua,como ente diabólico y traidor,toma la apariencia de una hermosísima mujer que, a altas horas de la noche, invita sensual a los deambuladores ebrios y a los machos seductores, atrayéndoles con las redes de sus encantos para después castrarlos y abandonarlos en algún despoblado o en la tenebrosa lobreguez de algún cafetal...
Cuenta la leyenda, que La Matlacihua vaga por la noche por caminos muy peligrosos y a altas horas de la noche, acechando a los borrachos, y a los hombres que tienen muchas mujeres,vestida de azul, con el cabello tan negro como las alas de un cuervo, y con la tez tan blanca como la neblina,y hechiza de tal modo al que la mira a los ojos, que despierta en ese hombre una pasión vecina a la locura...
Gusta de frecuentar callejones cercanos a las cantinas en los pueblos,o paradores de los trailers de carga, en los peligrosos caminos que bajan de la Sierra hacia  la ciudad de Oaxaca,
donde  la niebla de las montañas impide a los traileros ver con claridad,y justo cuando el sueño y el cansancio los amenaza, se aparece ante ellos, a la orilla de la carretera  una mujer tan hermosa que no pueden evitar hacer la parada en medio de la carretera sin siquiera estacionarse y bajar del trailer para seguirla...
Hechizados ante tantísima belleza, quedan tontos, la siguen presos de la lujuria y  aunque el camino sea escarpado,o lleno de lodo, espinas y malos olores, los hombres no se dan cuenta...y  quizá no sea tarde cuando vean que la mujer no toca el piso,flotando sobre él unos 20 centímetros, y puedan correr para huir de ella... o quizá a pesar de eso, continúen siguiéndola hasta caer en algún despeñadero profundo y morir...
Y asì cobra venganza la Matlacihua por todas aquellas muchachas violadas en las milpas por viciosos,o esas otras seducidas por mentirosos en la penumbra de los cafetales,o aquellas mujeres golpeadas por la mano cobarde del borracho...

Dice la leyenda que aquellos que logran huir de la Matlacihua, de todos modos están condenados,pues en cuanto llegan a los poblados se sienten muy enfermos,como entoloachados,y son acosados por un ruido terrible,que no ubican si procede del monte alto o de dentro de sus cabezas,pues solo ellos escuchan esos espeluznantes alaridos en las tenebrudas noches, y que creen ver la visión de la mujer de azul sobre los árboles,en los recodos,y hasta reflejada en el agua oscura de los pozos... Y así es como la Matlacihua los conduce al suicidio...


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Ojos de culebra...




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Manual del cazafantasmas...












Si tiene la suerte de ver un fantasma,quizá le sea útil recordar unas mínimas normas de comportamiento:
Mantenga la calma y permanezca quieto. No le lance objetos ni le grite,ni le insulte.
No se le acerque; tal sólo procure observarlo y fijarse en los detalles.
Compruebe que en realidad está viendo lo que cree: una buena manera de hacerlo es presionarse un ojo: si la visión permanece inalterada, usted sufre una alucinación,pero si ve una imagen doble,lo que esté usted contemplando,se lo que fuere, tiene realidad objetiva. Si el espectro se mueve, dobla una esquina o se pierde de vista, sígalo sin hacer ruido hasta que desaparezca. Mire su grado de transparencia,o constate si por el contrario es opaco, estudie su rostro, si sus pies tocan, o no, el suelo , su vestido y si atraviesa los objetos.
Cuando desaparezca, escriba todos los detalles vistos de la manera precisa posible,y no lo comente con nadie. Luego pida a los demás testigos, si los hay, que escriban su propio informe,y luego compárenlos. Sólo después se podrán sacar conclusiones.
Con respecto al equipo,no es necesario uno muy costoso para iniciar una investigación.He aquí lo básico,que se puede ir aumentando con el tiempo:
Primero son muy útiles los termómetros para medir la temperatura en los diversos lugares de estudio,y detectar "puntos fríos",es decir, zonas que, íntimamente ligadas a la aparición de un fantasma,experimentan bruscos descensos de temperatura ambiental.
Una cámara fotográfica de manejo sencillo,ya que a menudo los fenómenos son fugaces.
Una grabadora de voz,linternas de mano, cinta métrica, cuaderno de notas,tizas o carboncillo para marcar paredes, cinta para sellar puertas,ventanas,etc., hilo,algodón y cinta adhesiva transparente,para detectar movimientos,harina,para registrar huellas en el suelo, relojes bien sincronizados.
El investigador debe permanecer sereno y neutral, recordando que el miedo y los sustos,son estorbos para cualquier investigación científica...


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4/17/2014

El viejo de las alas enormes...

Un señor muy viejo con unas alas enormes...




Al tercer día de lluvia habían matado tantos cangrejos dentro de la casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar, pues el niño recién nacido había pasado la noche con calenturas y se pensaba que era causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al mediodía, que cuando Pelayo regresaba a la casa después de haber tirado los cangrejos, le costó trabajo ver qué era lo que se movía y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus enormes alas.
Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corrió en busca de Elisenda, su mujer, que estaba poniéndole compresas al niño enfermo, y la llevó hasta el fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo caído con un callado estupor. Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y con tanta atención, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del asombro y acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a hablarle, y él les contestó en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante. Fue así como pasaron por alto el inconveniente de las alas, y concluyeron con muy buen juicio que era un náufrago solitario de alguna nave extranjera abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron para que lo viera a una vecina que sabía todas las cosas de la vida y la muerte, y a ella le bastó con una mirada para sacarlos del error.
— Es un ángel –les dijo—. Seguro que venía por el niño, pero el pobre está tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.
Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían cautivo un ángel de carne y hueso.
Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los ángeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiración celestial, no habían tenido corazón para matarlo a palos. Pelayo estuvo vigilándolo toda la tarde desde la cocina, armado con un garrote de alguacil, y antes de acostarse lo sacó a rastras del lodazal y lo encerró con las gallinas en el gallinero alumbrado. A media noche, cuando terminó la lluvia, Pelayo y Elisenda seguían matando cangrejos. Poco después el niño despertó sin fiebre y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnánimos y decidieron poner al ángel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres días, y abandonarlo a su suerte en altamar. Pero cuando salieron al patio con las primeras luces, encontraron a todo el vecindario frente al gallinero, retozando con el ángel sin la menor devoción y echándole cosas de comer por los huecos de las alambradas, como si no fuera una criatura sobrenatural sino un animal de circo.
El padre Gonzaga llegó antes de las siete alarmado por la desproporción de la noticia. A esa hora ya habían acudido curiosos menos frívolos que los del amanecer, y habían hecho toda clase de conjeturas sobre el porvenir del cautivo. Los más simples pensaban que sería nombrado alcalde del mundo. Otros, de espíritu más áspero, suponían que sería ascendido a general de cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos visionarios esperaban que fuera conservado como semental para implantar en la tierra una estirpe de hombres alados y sabios que se hicieran cargo del Universo. Pero el padre Gonzaga, antes de ser cura, había sido leñador macizo. Asomado a las alambradas repasó un instante su catecismo, y todavía pidió que le abrieran la puerta para examinar de cerca de aquel varón de lástima que más parecía una enorme gallina decrépita entre las gallinas absortas. Estaba echado en un rincón, secándose al sol las alas extendidas, entre las cáscaras de fruta y las sobras de desayunos que le habían tirado los madrugadores. Ajeno a las impertinencias del mundo, apenas si levantó sus ojos de anticuario y murmuró algo en su dialecto cuando el padre Gonzaga entró en el gallinero y le dio los buenos días en latín. El párroco tuvo la primera sospecha de impostura al comprobar que no entendía la lengua de Dios ni sabía saludar a sus ministros. Luego observó que visto de cerca resultaba demasiado humano: tenía un insoportable olor de intemperie, el revés de las alas sembrado de algas parasitarias y las plumas mayores maltratadas por vientos terrestres, y nada de su naturaleza miserable estaba de acuerdo con la egregia dignidad de los ángeles. Entonces abandonó el gallinero, y con un breve sermón previno a los curiosos contra los riesgos de la ingenuidad. Les recordó que el demonio tenía la mala costumbre de recurrir a artificios de carnaval para confundir a los incautos. Argumentó que si las alas no eran el elemento esencial para determinar las diferencias entre un gavilán y un aeroplano, mucho menos podían serlo para reconocer a los ángeles. Sin embargo, prometió escribir una carta a su obispo, para que éste escribiera otra al Sumo Pontífice, de modo que el veredicto final viniera de los tribunales más altos.
Su prudencia cayó en corazones estériles. La noticia del ángel cautivo se divulgó con tanta rapidez, que al cabo de pocas horas había en el patio un alboroto de mercado, y tuvieron que llevar la tropa con bayonetas para espantar el tumulto que ya estaba a punto de tumbar la casa. Elisenda, con el espinazo torcido de tanto barrer basura de feria, tuvo entonces la buena idea de tapiar el patio y cobrar cinco centavos por la entrada para ver al ángel.
 Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con un acróbata volador, que pasó zumbando varias veces por encima de la muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ángel sino de murciélago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos más desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde niña estaba contando los latidos de su corazón y ya no le alcanzaban los números, un jamaicano que no podía dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonámbulo que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que había hecho despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de aquel desorden de naufragio que hacía temblar la tierra, Pelayo y Elisenda estaban felices de cansancio, porque en menos de una semana atiborraron de plata los dormitorios, y todavía la fila de peregrinos que esperaban su turno para entrar llegaba hasta el otro lado del horizonte.
 El ángel era el único que no participaba de su propio acontecimiento. El tiempo se le iba buscando acomodo en su nido prestado, aturdido por el calor de infierno de las lámparas de aceite y las velas de sacrificio que le arrimaban a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales de alcanfor, que, de acuerdo con la sabiduría de la vecina sabia, era el alimento específico de los ángeles.
Pero él los despreciaba, como despreció sin probarlos los almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se supo si fue por ángel o por viejo que terminó comiendo nada más que papillas de berenjena. Su única virtud sobrenatural parecía ser la paciencia. Sobre todo en los primeros tiempos, cuando le picoteaban las gallinas en busca de los parásitos estelares que proliferaban en sus alas, y los baldados le arrancaban plumas para tocarse con ellas sus defectos, y hasta los más piadosos le tiraban piedras tratando de que se levantara para verlo de cuerpo entero.
La única vez que consiguieron alterarlo fue cuando le abrasaron el costado con un hierro de marcar novillos, porque llevaba tantas horas de estar inmóvil que lo creyeron muerto. Despertó sobresaltado, despotricando en lengua hermética y con los ojos en lágrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino de estiércol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrón de pánico que no parecía de este mundo. Aunque muchos creyeron que su reacción no había sido de rabia sino de dolor, desde entonces se cuidaron de no molestarlo, porque la mayoría entendió que su pasividad no era la de un héroe en uso de buen retiro sino la de un cataclismo en reposo.
El padre Gonzaga se enfrentó a la frivolidad de la muchedumbre con fórmulas de inspiración doméstica, mientras le llegaba un juicio terminante sobre la naturaleza del cautivo. Pero el correo de Roma había perdido la noción de la urgencia. El tiempo se les iba en averiguar si el convicto tenía ombligo, si su dialecto tenía algo que ver con el arameo, si podía caber muchas veces en la punta de un alfiler, o si no sería simplemente un noruego con alas. Aquellas cartas de parsimonia habrían ido y venido hasta el fin de los siglos, si un acontecimiento providencial no hubiera puesto término a las tribulaciones del párroco.
Sucedió que por esos días, entre muchas otras atracciones de las ferias errantes del Caribe, llevaron al pueblo el espectáculo triste de la mujer que se había convertido en araña por desobedecer a sus padres. La entrada para verla no sólo costaba menos que la entrada para ver al ángel, sino que permitían hacerle toda clase de preguntas sobre su absurda condición, y examinarla al derecho y al revés, de modo que nadie pusiera en duda la verdad del horror. Era una tarántula espantosa del tamaño de un carnero y con la cabeza de una doncella triste. Pero lo más desgarrador no era su figura de disparate, sino la sincera aflicción con que contaba los pormenores de su desgracia: siendo casi una niña se había escapado de la casa de sus padres para ir a un baile, y cuando regresaba por el bosque después de haber bailado toda la noche sin permiso, un trueno pavoroso abrió el cielo en dos mitades, y por aquella grieta salió el relámpago de azufre que la convirtió en araña. Su único alimento eran las bolitas de carne molida que las almas caritativas quisieran echarle en la boca. Semejante espectáculo, cargado de tanta verdad humana y de tan temible escarmiento, tenía que derrotar sin proponérselo al de un ángel despectivo que apenas si se dignaba mirar a los mortales.
Además los escasos milagros que se le atribuían al ángel revelaban un cierto desorden mental, como el del ciego que no recobró la visión pero le salieron tres dientes nuevos, y el del paralítico que no pudo andar pero estuvo a punto de ganarse la lotería, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las heridas. Aquellos milagros de consolación que más bien parecían entretenimientos de burla, habían quebrantado ya la reputación del ángel cuando la mujer convertida en araña terminó de aniquilarla. Fue así como el padre Gonzaga se curó para siempre del insomnio, y el patio de Pelayo volvió a quedar tan solitario como en los tiempos en que llovió tres días y los cangrejos caminaban por los dormitorios.
Los dueños de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero recaudado construyeron una mansión de dos plantas, con balcones y jardines, y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos del invierno, y con barras de hierro en las ventanas para que no se metieran los ángeles. Pelayo estableció además un criadero de conejos muy cerca del pueblo y renunció para siempre a su mal empleo de alguacil, y Elisenda se compró unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de seda tornasol, de los que usaban las señoras más codiciadas en los domingos de aquellos tiempos. El gallinero fue lo único que no mereció atención. Si alguna vez lo lavaron con creolina y quemaron las lágrimas de mirra en su interior, no fue por hacerle honor al ángel, sino por conjurar la pestilencia de muladar que ya andaba como un fantasma por todas partes y estaba volviendo vieja la casa nueva. Al principio, cuando el niño aprendió a caminar, se cuidaron de que no estuviera cerca del gallinero. Pero luego se fueron olvidando del temor y acostumbrándose a la peste, y antes de que el niño mudara los dientes se había metido a jugar dentro del gallinero, cuyas alambradas podridas se caían a pedazos. El ángel no fue menos displicente con él que con el resto de los mortales, pero soportaba las infamias más ingeniosas con una mansedumbre de perro sin ilusiones. Ambos contrajeron la varicela al mismo tiempo. El médico que atendió al niño no resistió la tentación de auscultar al ángel, y encontró tantos soplos en el corazón y tantos ruidos en los riñones, que no le pareció posible que estuviera vivo. Lo que más le asombró, sin embargo, fue la lógica de sus alas. Resultaban tan naturales en aquel organismo completamente humano, que no podía entender por qué no las tenían también los otros hombres.
Cuando el niño fue a la escuela, hacía mucho tiempo que el sol y la lluvia habían desbaratado el gallinero. El ángel andaba arrastrándose por acá y por allá como un moribundo sin dueño. Lo sacaban a escobazos de un dormitorio y un momento después lo encontraban en la cocina. Parecía estar en tantos lugares al mismo tiempo, que llegaron a pensar que se desdoblaba, que se repetía a sí mismo por toda la casa, y la exasperada Elisenda gritaba fuera de quicio que era una desgracia vivir en aquel infierno lleno de ángeles. Apenas si podía comer, sus ojos de anticuario se le habían vuelto tan turbios que andaba tropezando con los horcones, y ya no le quedaban sino las cánulas peladas de las últimas plumas. Pelayo le echó encima una manta y le hizo la caridad de dejarlo dormir en el cobertizo, y sólo entonces advirtieron que pasaba la noche con calenturas delirantes en trabalenguas de noruego viejo. Fue esa una de las pocas veces en que se alarmaron, porque pensaban que se iba a morir, y ni siquiera la vecina sabia había podido decirles qué se hacía con los ángeles muertos.
Sin embargo, no sólo sobrevivió a su peor invierno, sino que pareció mejor con los primeros soles. Se quedó inmóvil muchos días en el rincón más apartado del patio, donde nadie lo viera, y a principios de diciembre empezaron a nacerle en las alas unas plumas grandes y duras, plumas de pajarraco viejo, que más bien parecían un nuevo percance de la decrepitud. Pero él debía conocer la razón de estos cambios, porque se cuidaba muy bien de que nadie los notara, y de que nadie oyera las canciones de navegantes que a veces cantaba bajo las estrellas. Una mañana, Elisenda estaba cortando rebanadas de cebolla para el almuerzo, cuando un viento que parecía de alta mar se metió en la cocina. Entonces se asomó por la ventana, y sorprendió al ángel en las primeras tentativas del vuelo. Eran tan torpes, que abrió con las uñas un surco de arado en las hortalizas y estuvo a punto de desbaratar el cobertizo con aquellos aletazos indignos que resbalaban en la luz y no encontraban asidero en el aire. Pero logró ganar altura. Elisenda exhaló un suspiro de descanso, por ella y por él, cuando lo vio pasar por encima de las últimas casas, sustentándose de cualquier modo con un azaroso aleteo de buitre senil. Siguió viéndolo hasta cuando acabó de cortar la cebolla, y siguió viéndolo hasta cuando ya no era posible que lo pudiera ver, porque entonces ya no era un estorbo en su vida, sino un punto imaginario en el horizonte del mar...

Gabriel García Márquez.






De su libro "La Cándida Eréndira y su abuela desalmada" aquí:
http://agustinsilva.escuelacampoalegre.wikispaces.net/file/view/Garcia+Marquez++-+La+increible+y+triste+historia+de+la+candida+Erendira+y+su+abuela+desalmada.pdf

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4/09/2014

Oda al psicópata...














Él no veía árboles
ni flores...
En su senda
 ya no había pájaros.
Sólo sabía
que gozaba
al matar a los pájaros,
y mató a los pájaros,
le enseñaron a odiar a la luna,
y odió a la luna,
quiso tener un corazón de piedra,
y tuvo un corazón de piedra,
y gritó:
Muera lo que sea!
...y mató.
En su camino no había árboles,
ni había
tú ni yo ni ellas
porque él había de matarnos
a ti y a mí,a ellas...
Sólo quería lo que
le que le ordenaba
su alma oscura:
matarnos...


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