Cuenta la leyenda que Irene, hija del finado Abundio y de Demasía, vivía en un pueblo huasteco llamado Rancho Nuevo, entre Tampache y la hacienda de San Sebastián, al merito borde de la laguna de Tamiahua,en Veracruz. Era una joven hermosa de ojos aceitunados y larga cabellera negra. Madre e hija eran muy creyentes y devotas de la fe católica, que seguían al pie de la letra, así como de todos los usos y costumbres del pueblo.
Y sucedió que un Jueves, allá por 1920, en plena Semana Santa –que eran días de vigilia o de guardarpara los católicos–, la muchacha fue a traer leña por el rumbo de Paso de Piedras (leñar es un acto prohibido en estos días según su fé). Y luego,acalorada volvió donde su madre y le avisó: “Oiga,Ma, yo ando muy sucia y polvienta, y me dan ganas de echarme un baño”. Su madre le contestó alarmada: “No, hija, te condenarías. En estos días santos,dice el cura que no debemos agarrar agua, mucho menos bañarnos encueradas...”. Pero Irene le contestó: “Ay, ma, Dios me perdone pero yo aunque sea me voy a lavar la cara que está muy fuerte la calor”.
Y cogió su guacal con dos hojas de jaboncillo y se fue rumbo al agua.
Y se lavó la cara, y,y luego el pecho,y siguió con las piernas y la cabellera...y de pronto, su madre escucho unos gritos de angustia. Era Irene quien gritaba: “¡Ma, ma, ayúdame! ¡Ma, me lleva el agua”. Apenas llegó la madre para ver como una gigantesca ola rodeaba a Irene que empezó a convertirse en otro ser, su piel se puso azul y plateada,, sus ojos se hicieron enormes y, su negra cabellera se tiñó de rojo.
Y lo más cruel fue que sus bellas piernas desaparecieron, formándose debajo de la cintura una cola de pez,con escamas nacaradas.
La ola arrastró su cuerpo rumbo al fondo. Los lugareños la siguieron en pequeñas lanchas hasta el centro la laguna. Y cuando estaban a punto de alcanzarla, emergió, de pronto, un extraño barco viejo, destrozado y feo,e Irene saltó hacia él, mientras esbozaba una sonrisa burlona y cantaba de un modo metálico e inhumano: “Peten ak, peten ak” (giren, giren o vuelvanse,vayanse, en huasteco;y por eso, hoy en día se dice "petenera"...) y con gran espuma en derredor de ella desapareció de la vista de todos.
Desde aquel entonces, su vieja y cansada madre cada Jueves Santo iba hasta la playa con la ilusión de volver a ver a su hija Irene...Y los pescadores en cuanto oyen los fúnebres cantos de la Sirena de Tamiahua, se alejan del lugar porque aquel que la vea sufre desgracias, ya que la sirena se convierte en una misteriosa y bella mujer de dulce voz y cuerpo sensual,pero que trae mala intensión... Se dice que algunos pescadores han muerto cuando la han visto, porque al acercarse miran un ser espectral y horroroso que dicen que les voltea las lanchas y embravece las olas hasta ahogarlos...
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