Un mortal vórtice polar azotó a Winnipeg en aquel invierno de 1926. Ninguno, en todo Manitoba, había visto tan horrendo frío en toda su vida,a pesar de que en ese entonces la región estaba habitada por tramperos,mineros y leñadores que sabían de las inclemencias invernales de esa tierra. Esos hombres aventureros conocían la crudeza del invierno, a tal que cada invierno se refugiaban en Winnipeg para esperar la primavera y volver a sus labores,mientras pasaban los largos y gélidos días en los bares,los burdeles o en las apuestas. Pero ese año era tal el frío que ni el hipódromo de Whittier Park abrió. Los hermosos caballos esperaban en su cálido establo,calentados por estufas y cuidados por un viejo sueco afecto al bourbon. Pero resultó que una noche de enero la nieve bloqueó las puertas del establo,así que el sueco rompió con una pala la congelada puerta posterior,la que daba al Red River,y salió a conseguir más bourbon.
El viento golpeaba la puerta. Y el aroma a pienso atrajo a las fámelicas ardillas al interior del establo,que entraron sin más. Y por eso se les culpó a ellas de la tragedia: alguna voltearía una estufa sobre el pienso,o quizá otra mordería el cableado pensando que era un tallo al que sacaría jugo,saltando las chispas sobre las carcasas del grano...La cosa es que en segundos estalló un incendio temible dentro del establo. Los caballos entraron en pánico, y aterrados,huyeron despavoridos de las llamas, por la única puerta abierta,la que daba hacia el Red River. En estampida salieron al golpe cruel del intenso frío,y tomaron el único camino para escapar de las llamas,y en una última carrera por sus vidas,tomaron el camino al río...
Y saltaron al Red River,que estaba en plena congelación, e intentron nadar entre los irregulares trozos de hielo que flotaban sobre la lenta y helada corriente. Atrapados en esa gélida trampa lucharon por salir de ahí hasta que en minutos,otro golpe del vóritice polar congeló todo...aún a los caballos que quedaron fijos como macabras esculturas de alfiles negros sobre el tablero blanco del hielo...Sus cabezas inmóviles en el frenesí por sobrevivir, todavía tenían impreso el terror en sus grandes ojos fijos...
Cuando amainó un poco el frío,la gente de Winnipeg salió de sus casas para ver aquella tragedia,y como el ocio entre los lugareños era grande en aquellos días de encierro, y acostumbrados a la tristeza de la pérdida,el ver a los caballos congelados se convirtió en un espectáculo público.
Los once caballos se quedaron ahí durante todo el invierno,hasta que una noche de la primavera siguiente ,sin que nadie se diera cuenta, se deshieló el Red River y se los llevó al mar...
Y entonces, para el otoño siguiente,cuando muchos habían olvidado la desgracia del hipódromo, sucedió que una noche, unos gambucinos que bebían reunidos al lado de una fogata,vieron aterrados como una estampida de caballos en llamas, salidos de la nada se les echaba encima. Pero no les causaron daño,pues los caballos eran como de bruma gélida,y al lanzarse al Red River,desaparecieron...
Desde entonces,mucha gente en Winnipeg han percibido el olor de quemazón, y ha escuchado el frenético golpear de los cascos en estampida,para luego ver aparecer a los fantasmas de los caballos en llamas en delirante galope, que luego se esfuman como la niebla en las misteriosas aguas del Red River...
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