El eructo...
Algo era seguro: después de devorar a sus víctimas, su cerebro se llenaba de terribles remordimientos.
Él era un monstruo implacable, incapaz de pensar en otras criaturas que no fuesen él mismo, pero su estómago tenía unas enzimas que, al digerir la carne de la víctima, extraían de ella los afectos, las ilusiones y las esperanzas de ésta, enviándolas a su cerebro, y lo ponían triste, muy triste...Hasta que aprendió que bastaba un eructo para deshacerse de todo tipo de remordimiento digestivo...
----------------------------------->Zuicidio
No hay comentarios:
Publicar un comentario