Su tacañería con el dinero continuó aún en la muerte. Así que cuando vio la barca de Caronte, preparó dos monedas falsas para pagar. El barquero tomó lo que se le daba y le indicó que subiera,que ya tendría lo que pagaba... El viaje fue largo y silencioso. Cuando llegaron a tierra, Caronte le hizo una seña para que bajara, creyendo que ya estaba en la última morada de los muertos,dió un paso,para despertar atormentado por un dolor terrible en parte de su cuerpo. Se sentía como si un tren le hubiese pasado por encima. Abrió un ojo y no vio nada. Abrió el otro y vio las vías ensangrentadas....
Había una vez un verdugo llamado Lao Ho, en tiempos de la dinastía Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar a sus víctimas, pero toda su vida había tenido una secreta aspiración jamás realizada todavía: cortar tan rápidamente el cuello de una persona que la cabeza quedara sobre el cuello, posada sobre él. Practicó y practicó y finalmente, en su año sesenta y seis, realizó su ambición. Era un atareado día de ejecuciones y él despachaba cada hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo. Llegó el duodécimo hombre, empezó a subir el patíbulo y Lao Ho, con un golpe de su espada, lo decapitó con tal celeridad que la víctima continuó subiendo. Cuando llegó arriba, se dirigió airadamente al verdugo: -¿Por qué prolongas mi agonía? -le preguntó-. ¡Habías sido tan misericordiosamente rápido con los otros! Fue el gran momento de Lao Ho; había coronado el trabajo de toda su vida. En su rostro apareció una serena sonrisa; se volvió hacia su víctima y le dijo: -Tenga la bondad de inclinar la cabeza, por favor...
No son las parcas quienes cortan el hilo ni es la enfermedad ni la bala lo que mata. Morimos cuando, por puro azar, cumplimos el acto preciso que nos marcó la vida al nacer: derramamos tres lágrimas de nuestro ojo izquierdo mientras del derecho brotan cinco, todo en exactamente cuarenta segundos; o tomamos con el peine justo cien cabellos; o vemos brillar la hoja de acero dos segundos antes de que se hunda en nuestra carne. Pocos son los signados con posibilidades muy remotas. Jo-wong,de 147 años, murió después de parpadear ocho veces en perfecta sincronía con sus dos tataranietos... --------------------------------------------------->Zuicidio
Fredric cerró el libro desesperado. Cuanto más estudiaba geometría, menos la comprendía. Había fracasado en los exámenes ya tres veces,una más y lo echarían de la Facultad...Sólo la magia podría salvarlo... Tenía libros dando instrucciones muy sencillas para llamar a los demonios y someterlos a su voluntad. Y aquel era el momento para probarlo...Tomó de la estantería uno de esos libros de magia negra con algunas fórmulas sencillas,como protegerse dentro de un pentágono trazado con tiza en el piso. Llegado el demonio, no puede hacernos nada y se obtiene lo que se desea. Así que hizo espacio en el piso retirando los muebles contra las paredes. Luego dibujó en el suelo, con tiza, el pentágono protector. Se plantó dentro y leyó con voz fuerte los encantamiento del libro.. .El demonio apareció y era verdaderamente horrible, pero Frederic se armó de coraje. - Siempre he sido un inútil en geometría - comenzó... -No me digas...- replicó el demonio, con una estruendosa carcajada.Y luego dió un salto súbito sobre Frederic y lo devoró en segundos,porque el muy idiota había dibujado un hexágono en lugar de un pentágono...
En la aldea de Aurillac, en el Ducado de Auxerre, Madame Lafrazer fué una dama que comía y bebía alegremente y tenía cuanto puede anhelar el corazón, y por toda esa felicidad es que deseó vivir para siempre. En los primeros cien años todo fue bien, pero después empezó a encogerse y arrugarse, hasta que no pudo andar, ni estar de pie, ni comer ni beber. Pero tampoco podía morir. Al principio la alimentaban como si fuera una niñita, pero llegó a ser tan diminuta que la metieron en una botella de vidrio y la colgaron en la iglesia. Todavía está ahí, en la iglesia de Santa Madeleine, en Aurillac,pero los aldeanos se avergüenzan de ella. Es del tamaño de una rata, y una vez al año se mueve...
El mas grave peligro de muchas criaturas etéreas,paradójicamente,es su funesta belleza. Por ejemplo,en las montañas rusas moran las huldras, sensuales ninfas vestidas con vaporosos vestidos que ocultan sus colas, en forma de látigo rematado por un mechón de pelo, y su espalda, cóncava como la depresión de un valle. Todo hombre que divisara una huldra quedaría trastornado, y en caso de que ella lo hiciera su temporal amante, perdería la razón. Una vez que la huldra lo abandonara, se apartaría voluntariamente de los demás humanos, convirtiéndose en un paria,y esa es la razón del deambular errático y destructivo de muchos miserables vagabundos... En Catalunya el peligro se llama Vile. Estas hadas de dorados cabellos y ojos ambarinos cuídan de los animales del bosque. Sus cuerpos, esbeltos como los tallos del junco, siguen el compás de los rayos de la luna, y su dulce voz se eleva como un trino en el silencio de la noche. Quien descubra una Vile suspirará por ella,errando en los caminos, hasta morir de inanición...
En tiempos de la Grecia clásica , vivió un hombre que tuvo pésima suerte: Hylas, un aventurero que recorría con sus compañeros el mar Egeo. Un buen día, la nao en la que viajaban atracó en la isla de Chíos, y Hylas decidió ir en busca de agua potable, pues las provisiones del barco empezaban a ser escasas. Al adentrarse en el bosque escuchó risas, y siguiendo el sonido de las mismas encontró un manantial donde las ninfas jugaban escurriéndose entre los nenúfares. Cuando las hermosas ondinas descubrieron al apuesto joven, le hicieron señas, y Hylas no pudo resistir la tentación. Se acercó, haciendo ademán de llenar su odre y entablar conversación con ellas, cuando una ninfa se adelantó. Su mirada apasionada se clavó en la del muchacho, y unas delicadas pero firmes y frías manos lo aferraron. El tacto helado le hizo despertar de la ensoñación, mas antes de que pudiese liberarse o pedir auxilio fue arrastrado a las profundidades de la charca. Jamás sus compañeros volvieron a ver a Hylas, aunque días después de recorrer la isla obtuvieron la respuesta a su extraña desaparición; desde una gran distancia, a través de las aguas de un gélido manantial, con voz distorsionada, Hylas les llamaba, intentando que le rescataran de un lugar atemporal del que nunca podría escapar...
Joanna de Riu fué una de esas mujeres acusadas de ser brujas e injustamente torturadas y asesinadas...Joanna fué una de esas mujeres-medicina y muy famosa hierbera de los Pirineos catalanes. Vivió en la Pobleta de Bellveí, Lleida, y fue una de esas personas que, por su manera distinta de ser,fué acusada de brujería por más de 25 vecinos el 6 del mes de diciembre de 1539. Se le acusó de envenenar el ganado ,los pozos, la comida, de tener muñecos para agujas (que resultaron ser bolitas de cera para hacer candelas), y de las consabidas relaciones carnales con el Diablo, y sobre todo,se acusó a Joanna de un hecho que, fuera cual fuera su naturaleza, tenía algo de real. El hombre rico del pueblo llevó a Joanna su hijo enfermo, ya que por lo visto Joanna tenía la capacidad de curar enfermos...Desgraciadamente,después de hacer un preparado de hierbas, Joanna procedió a curarlo, pero el chico murió al instante. El padre del muerto,por venganza,la acusó de bruja.Otras acusaciones que surgieron a partir del soborno del acusador, incluyeron el hecho de haber visto a Joanna con un sapo en las rodillas (en Catalunya los sapos están relacionados estrechamente con las brujas), así como la acusación particular de unas vecinas, que la culparon de haber vendido queso fresco envenenado. Todas esas “pruebas”, por muy negadas que fueran por Joanna, fueron suficientes para llevar a Joanna a horribles sesiones de tortura, y finalmente, el año 1540, ataron a Joanna encima de un banco con los pies descalzos ante una hoguera, que iba quemándole los pies. Joanna confesó todo y más,y por ello fué ahorcada con su abuela,anciana de 90 años, y su gato con ellas,y luego de días,sus cadáveres furon tirados a los páramos para que los quebrantahuesos y otras alimañas los devoraran.... Pero su injusta muerte trajo consigo la leyenda de su terrible venganza ... Se dice que el espeluznante espectro de Joanna deambula por los alrededores de esa comarca catalana,con la soga con la que fué ahorcada en sus crispadas manos,lista para ser usada en el cuello de caminantes de los páramos...
Porqué vacías la arena de tus zapatos Cuando debías venerarla...? La arena, que no sabemos quien se llevó a casa, Arena errante de los mundos... Arena ardiente del cementerio, Confundida con las gargantas de los ruiseñores, y con el polvo de las alas de las mariposas, Confundida con el veneno de las serpientes, Desprendida de la sabiduría de la Muerte, diluída con el amargor del ajenjo secreto...
Oh vosotros soberbios que asqueados vaciasteis la arena de los muertos,de vuestros zapatos ...Mañana también seréis polvo vosotros en los zapatos de los que han de venir...
La costumbre de adornar con inscripciones las tumbas y monumentos fúnebres tiene su origen, como tantas cosas, en el Antiguo Egipto. La más influyente de las culturas mediterráneas fue, así mismo, la más necrófila. A orillas del Nilo, el culto a los muertos alcanzó un nivel jamás pensado de sofisticación. El epitafio como género literario está determinado por su brevedad. No es prudente, ni posible, extenderse demasiado sobre la superficie de una tumba. Ahora bien, si fuese verdad todo lo que en los epitafios aparece escrito, la humanidad habría perdido a hombres y mujeres perfectos.... La realidad es que el epitafio es la última vanidad del hombre... Leamos algunos epitafios de escritores y poetas..
El poeta maldito francés Charles Baudelaire, cementerio de Montparnase, París: “Aquí yace uno que por amar demasiado a las puercas bajó un día al reino de los topos”.
El alter ego de Charles Bukowski, cementerio de Los Angeles: "Hank... (su apodo)...No lo intentes".
El conocido poeta británico, Lord Byron, cementerio de Parísh Church en Hucknall, Nottinghamshire: "Cuando pases por la tumba donde mis cenizas se consumen, ¡oh!, humedece su polvo con una lágrima".
El poeta portugués Luis Camoens, Monasterio de los Jerónimos de Lisboa: "Aqui yace Luis Camoens,principe de los poetas de su tiempo.Vivió pobre y miserablemente, y así murió".
Truman Capote, cementerio de Los Angeles:"Intenté librarme, pero no pude”.
Joseph Conrad, enterrado en St. Thomas Church, Canterbury: "El sueño tras el tormento,el puerto tras el mar tormentoso,la calma tras la contienda, la muerte tras la vida procuran gran placer".
El chileno, Vicente Huidobro, Balneario de Cartagena (Chile): "Aquí yace el poeta Vicente Huidobro Abrid su tumba...Debajo de su tumba se ve el mar".
John Keats, cementerio protestante de Roma: "Aquí yace alguien cuyo nombre se escribió en el agua".
Francisco de Quevedo, iglesia de San Ginés, Madrid: "Qué mudos pasos traes, ¡oh! muerte fría, pues con callados pies todo lo igualas".
Scott Fitzgerald, cementerio de Saint Mary, Maryland: "Estuve borracho muchos años...Y después morí".
El poeta Antonio Machado, cementerio de Colliure: "Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar".
El escritor francés Molière, Le Pantheon, París: "Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien".
Y el de Rainer Maria Rilke, en el cementerio de Rarogne, Valais: "Rosa, oh! pura contradicción pura, placer, ser el sueño de nadie debajo de tantos párpados...".
...Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto, esas extrañas cosas. Las llamaban por allí, virtudes o espíritus. Pero, en verdad eran la producción de seres tristes, casi inmóviles, que nunca se salían de su lugar. Y nombré a ese sitio el tenebrario. Estancia al parecer, del otro mundo, y casi eterna, porque el viento y la lluvia la lavaban y abrillantaban, cada vez más. Era de ver aquellas nieves, aquellas cremas, aquellos hongos purísimos... Esos rocíos, esos huevos, esos espejos. Escultura, o pintura, o escritura, nunca vista, pero, fácilmente descifrable. Al entreleerla, venía todo el ayer, y se hacía evidente el porvenir. Los poetas mayores están allá, donde yo digo...