7/13/2011
El propio cadáver...
No bien cruzó el umbral, el humo denso le rodeó como espesa calimba de duna. Había aspirado el vaho del exterminio una sola vez, y sabía tan dulce y amargo, tan finito e irrevocable…
El gesto de deshacer el paso se multiplicaba en su cabeza. Silenció los reparos con un lento batir de pestañas, extendió el cuello hacia la derecha, se miró ahi tendido y murmuró una plegaria inútil:
Era evidente que su cuerpo no volvería a empezar de nuevo. Al tocar las cuencas de sus ojos, supo que un montón de tierra estaba más vivo que su propio fiambre, ya que, incluso al alba, la tierra no hace sino guardar silencio a su alrededor...Pero su cadáver era un resto de demasiados despertares. De vivo no tenía más que esa virtud: comenzar cada día la vida -ante la tierra, bajo un cielo callado-, esperando un despertar. Ahora si que se asombraba de que el alba implicara tanto esfuerzo; de despertar en despertar...Hasta que eso se acaba y no se despierta más.. Y es que vivió solamente para vegetar en la tristeza,como si su cuerpo no se hubiese enterado de que su alma había muerto muchos años antes.. Rozó aquél rostro como una brisa:. si aquel frío no fuese otra cosa que el frío de la tierra, en el alba que hiela la tierra, tal vez eso sería un despertar y las cosas que callan bajo el alba dirían todavía palabras. Pero tembló su alma al alba y fué un dolor seco, un fogonazo de luz, pero era asimismo una liberación. La avara palabra de la tierra fué alivio para sus pesares vitales,el disparo de la muerte fué el rápido instante de morir y ya...Ahora, su cuerpo ya no tendría que esperar nada y de sus tristezas no quedaba ni una lágrima en su corazón deshecho...
-----------------------------------> Zuicidio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario