Fray Vicents,era el monje bibliotecario del Monasterio de Poblet, en Catalunya,pero era tal su codicia por los libros,que una mala noche de 1835, incendiò el convento y huyó llevándose consigo los incunables que allí se encontraban. Fray Vicents se escondió en el Raval,de Barcelona, ocultando su condición de religioso y se instaló como librero,y para aumentar su biblioteca se puso en contacto con otros libreros que vendían libros viejos. Estudiantes y eruditos, bibliófilos y coleccionistas acudían a su tienda, en las Voltas o Arcos de los Encantes de Barcelona, pero no saciaron su bibliomanía.
Se sabía que la colección de Vicents era cada día más exótica y que pagaba lo que fuera con tal de hacerse con las obras de su interés. Incunables del renacimiento, manuscritos de la Alta Edad Media, ediciones príncipe, en fin, piezas únicas que aguzaban su apetito de los impresos,ebrio por el perfume de los pergaminos viejos...
Nada parecía quebrantar la cotidiana compra-venta de libros en el barrio barcelonés,hasta que en mal momento,empezaron a aparecer una serie de cadáveres exquisitos. Bibliófilos y coleccionistas aparecían muertos por doquier y las autoridades no sabían a qué obedecía semejante intelectualicidio. Hasta que un día no el afán de conocimiento, sino un chivatazo, llevó a la policía a la tienda de Fray Vicents,que debió confesarse como autor de los crímenes: "...Ama tanto a los libros que sólo por la voraz insistencia de los compradores se desprende de ellos, aunque, a continuación, sigue a sus clientes y en alguna callejuela los asesina y recupera sus textos...
En otras ocasiones los estrangula en la trastienda de su negocio. E incluso echa mano del fuego para liquidar al comprador y recuperar la añorada pieza y hacerse de otras nuevas..."
Fray Vicents mató sin remordimiento alguno a doce clientes que con su codicia la habían arrebatado sus tesoros literarios.
Pero el misterio de la leyenda del monje surge después de su muerte,ya que se cuenta que en las misma calle donde la librería abandonada del monje se llenaba de telarañas y roedores, -curiosamente esas mismas calles en las cuales, Don Quijote visitó la imprenta y vió cómo se imprimían algunas obras-, en esa calle donde se generara la esencia de la literatura,el espectro del monje asesino aparece desde entonces, con la impunidad que le brinda la imaginación, regresando compulsivo desde el más allá a la escena de sus crímenes,pero ahora ya no mata,sólo se conforma con robar,en pleno día, los libros de los viandantes descuidados cual vulgar carterista urbano de ese barrio barcelonés...Fray Vicents mató sin remordimiento alguno a doce clientes que con su codicia la habían arrebatado sus tesoros literarios.
Ah,por cierto,feliz día del Libro...
---------------------------> Zuicidio
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