En la Plaça del Rei de Barcelona suceden cosas extrañas. Esta plaza fue el lugar donde se hallaba el Palacio Real Mayor, la residencia de los condes de Barcelona, donde se encuentra el Saló del Tinell. En la misma plaza, a mano derecha, encontramos la capilla Santa Ágata y a mano izquierda el Palacio del Lloctinen.
La plaza hizo de mercado durante mucho tiempo hasta que un día el rey, dado el jaleo que se organizaba a diario que no le permitía dormir.lo prohibió.
Pero sucedía que en esta misma plaza vivía el verdugo. La función del verdugo era muy dura, y nadie quería ejercer esa profesión. Durante un tiempo, se dejaba en una esquina un saquito de dinero con las herramientas de la ejecución, y algún voluntario se llevaba el paquete y comparecía al día siguiente para ejecutar su tarea. Se empezaron a dar ocasiones en que no aparecía nadie, pues ser verdugo era objeto de rechazo. En ese momento se nombraron a los carniceros, verdugos oficiales, pues eran expertos en el manejo de las herramientas necesarias para una ejecución. El gremio, después de sufrir algún que otro suicidio en negativa a la ejecución, decidieron que ellos no iban a proceder nunca más a tal efecto. Por lo que finalmente se tuvo que crear un puesto oficial para este personaje, que trabajaría como funcionario real y con algunos beneficios adicionales, entre ellos, se le cedería una casita adjunta a la capilla de Santa Ágata y los restos y despojos de las personas ejecutadas, que posteriormente podía vender. En el tétrico carrer del Pou Dolç, durante la Edad Media aquí el verdugo instalaba su barraca de macabros "souvenirs de sentenciado",y comerciaba con partes de los ajusticiados para conjuros o para tener buena suerte, con los brujos y nigromantes de la ciudad, y otros muchos barceloneses que, en aquella época, eran muy propensos a creer en las virtudes mágicas de estas reliquias. En este sentido eran muy preciados los zapatos de los ejecutados, pues se decía que si se ponían en la entrada protegían la casa de los malos espíritus.
También eran singularmente estimadas las manos del reo, que el verdugo solía amputarle antes del suplicio, recitando fórmulas especiales que las convertían automáticamente en amuletos. Cabe decir que si no lo hacía él, pronto algún atrevido se acercaba hasta la horca para llevarse este trozo, o cualquier otro, del cadáver o de sus vestidos.
También se tenía al verdugo por un buen sanador, dado que tocaba personalmente los enforcats, lo que se consideraba de buen augurio. Por este motivo, justo después de las ejecuciones, enfermos de toda clase acudían para ser tocados por sus manos . Y paradójicamente, el llamado eufemísticamente Maestro de las Obras Altas era tratado con desprecio y con muestras de repugnancia por los ciudadanos a los que servía: No se le permitía vestir ropas talares, dado que estas proporcionaban una distinción que él no merecía, y se forzaba a identificarse con una divisa que consistía en una hebilla en forma de escalera de plata incrustada en el sombrero.
Cuando ejercía su siniestro oficio iba casi desnudo, para evitar que los condenados, en su agonía, pudieran sujetarse de su ropa.
El verdugo de Barcelona tenía su propia patrona, y una vez cumplida su triste función solía ir al convento del Carmen a ofrecer allí velas bien grandes, uno para cada reo, mientras rezaba oraciones para sus almas.
Su modesta caseta se encontraba en la plaza del Rey , y cuando moría era enterrado en un panteón especial del Cementerio de los Ahorcados, dado que se creía que no tenía derecho a reposar en ningún otro lugar que no fuera cerca de aquellos que él mismo había ajusticiado...
Y desde entonces,muchos han visto como aparece de la nada el fantasma del verdugo, vestido con capa larga y con el torso desnudo,y completamente lívido y, bajo la capucha,nada,sólo la negrura de la nada... Algunos han notado que entre el borde inferior de la capa del aparecido y el suelo existía una amplia franja de aire, una distancia de unos centímetros en la que no se dejaba apreciar calzado alguno. Era como si la figura flotara en el aire. Y con la particularidad de que no tiene cabeza, causa gran terror y pánico entre la gente. Algunas versiones de la leyenda del verdugo sin cabeza coinciden en que el comportamiento del fantasma no es el adecuado para un muerto que en vida causó tal temor,ya que el aparecido suele dar traspiés o topar con algun muro de la plaça del Rei, pero hay que entenderle pues fue decapitado, y no ve nada en su macabro deambular por las noches del barrio Gótico de Barcelona, buscando desolado su cabeza, espantando a quienes por ahí pasan y ven la silueta del verdugo sin cabeza, por el lado oriente de la plaça, mientras sopla un viento helado...
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