Una gélida noche de noviembre de 1956,el experimentado guardabarrera Miquel Barceló de la estación Hospitalet, asombrado,vio pasar,a toda velocidad, un inesperado tren negro,circulando fuera de horario,y sin cumplir las más básicas normas de seguridad en sus señales y límites de aceleración. Le pareció un tren misterioso ... Y es que en los laterales de los vagones negros, tenía aquellos carteles -que se usaban por esos años bajo las ventanas,- en los que el funcionario leyó sorprendido el destino del tren: Igualada .
Igualada? Eso era totalmente extraño porque no había viaje para Igualada ese día y menos a esa hora...
Así que raudo, el guardabarrera se metió a su garita y consultó los horarios y los avisos adicionales del día ... quizá se trataba de un servicio especial ... Repasó dos veces cada letra y cada número, para asegurarse. No había nada.
Entonces recibió una llamada de la siguiente estación, hacia donde se dirigía el tren.
Un guardagujas y dos cobradores lo habían visto pasar a toda máquina,sin pitar ni frenar en lo más mínimo...
Los funcionarios de las siguientes estaciones también llamaron preguntando sobre el extraño tren Barcelona-Igualada,que seguía imperturbable y a una velocidad inaudita, su marcha, cruzando estación tras estación sin detenerse a cabeza, sin hacer la más mínima señal, sin atender ninguna indicación... La angustia y el temor, fueron saltando de pobla en pobla y de teléfono en teléfono ... La noticia llegó con urgencia a la Estación Barcelona de la plaza España. El jefe de estación fue el primero en sorprenderse: él jamás había dado orden de salida a ningún tren en dirección a Igualada...
Rápidamente se enviaron operarios a revisar la vía de partida donde tendría que haber sido estacionado antes de partir. Volvieron asustados: el tren a Igualada estaba ahí. El jefe de la estación central llamó a la guardia nacional para que le ayudaran a parar ese convoy inmediatamente.
Por fin,casi llegando a Igualada,el misterioso tren fue interceptado: los hombres habían habilitado una vía muerta, trabada con un montón de traviesas de madera, hacia la que desviaron las agujas al ver aparecer el negro convoy. Antes de tomar la delicada decisión, los guardabarreras todavía hicieron todo tipo de gestos y gritos para avisar al maquinista, pero no obtuvieron ninguna respuesta ... De hecho, no había nadie en la cabina... A pesar de ser noche avanzada,la luna destellaba sobre las vías nevadas dando una fantasmal luminosidad a todo,así que los hombres podían ver con cierta claridad eso tan extraño que estaba sucediendo...
Finalmente, el tren fue descarrilado por las traviesas que le impedían el paso trescientos metros,rodando sobre sí hacia un despeñadero... No fue un impacto fuerte,los fierros no hicieron el menor ruido,quizá amortiguados por la nieve.
Y aunque aun no se despejaba el humo y el vapor, todos corrieron apresurados hacia el tren, dispuestos a prestar auxilio a cualquier pasajero que lo necesitara. Pero nadie lo necesitaba. Porque no había nadie. Ni pasajeros, ni maquinista, ni mercancías, ni ... tren...
Se hizo un largo y mortal silencio junto a las vías, no daban crédito,y con ojos desorbitados intentaban comprender porque el tren de Igualada había esfumado en el aire...
Hay más de 60 kilómetros de Igualada a Barcelona y lo vieron pasar muchas personas,que hasta la fecha lo recuerdan,y afirman que ese tren era un artefacto diabólico y que lo conducía el mismísimo Satanás...
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