pesar de que es una costumbre muy extendida vestir de negro cuando fallece un allegado,o asistimos a un funeral de alguien estimado, pocos saben de dónde viene el luto o por qué vestimos de luto en esos funestos momentos de duelo.
El luto es la expresión medianamente formalizada en nuestros días, de responder a la muerte con la muestra externa de los sentimientos de pena y duelo ante el fallecimiento de un ser querido. En los países occidentales, esto incluye los entierros, las esquelas y la ropa de luto, entre otros. El negro es el que mejor representa el luto porque no es color,sino ausencia de luz.
La costumbre de llevar ropa negra sin adornos en señal de luto se remonta al menos al Imperio romano, cuando la toga pulla hecha de lana de color oscuro se vestía durante los periodos de luto.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, las ropas propias del luto se llevaban rigurosamente por pérdidas personales y generales: Las mujeres de luto y las viudas llevaban sombrero y velo negros.
En algunas zonas rurales de Portugal, España, Grecia y otros países mediterraneos, las viudas aún visten de negro el resto de sus vidas. Los miembros inmediatos de la familia del difunto visten de negro durante un período más amplio que el resto.
(Pero es curioso saber que el color del luto más riguroso entre las reinas europeas medievales era el blanco en lugar del negro. Esta tradición sobrevivió en España hasta finales del siglo XVI. Y también era costumbre entre las doncellas de Francia vestir el deuil blanc).
Cuando surgió el Romanticismo, artistas y poetas exaltaron el sentimiento del duelo y la muerte con el amor trágico, fue entonces cuando se generalizaron la manifestación externa del duelo en la ropa negra, que se mantuvo casi intacta hasta muy avanzado el siglo XX.
Y en Inglaterra,en 1861, con la muerte del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, (que supuestamente se hizo un agujero en la solapa de su chaqueta para colocarse la flor que ella le habia regalado,y que le causó una herida que se infectó y le provocó la muerte), la corte inglesa se sumió en un riguroso luto, situación que en el caso específico de la soberana se prolongó durante décadas, hasta su muerte cuarenta años después. Así pues, siguiendo la moda establecida por la doliente Victoria, se estableció en toda Europa la costumbre de adoptar esa negra imagen externa específica cuando moría un miembro de la familia.
Las mujeres soportaban el mayor peso de estas costumbres, que implicaban llevar gruesas ropas cerradas negras y gruesos velos negros de crepé. También se vestían gorros y bonetes especiales, normalmente negros o de otros colores oscuros. Había incluso unas alhajas especiales de luto, a menudo hechas de azabache o de cabellos del difundo. Los ricos podían incluso llevar camafeos o relicarios diseñados para guardar un mechón del cabello del difunto o alguna reliquia parecida.
Se esperaba de las viudas que llevasen ropas especiales para señalar que estaban de luto hasta cuatro años después del fallecimiento. Prescindir de estas ropas antes se consideraba irrespetuosos con el difunto, y si la viuda era aún joven y atractiva, incluso sexualmente promiscuo. A los sujetos a estas reglas se les permitía reintroducir lentamente ropas convencionales en diferentes momentos del periodo de luto, etapas que eran conocidas por términos como "luto completo", "medio luto" y similares.
Los amigos, conocidos y empleados guardaban también luto en mayor o menor grado según su relación con el difunto. En general, los sirvientes llevaban brazaletes de tela negra cuando había habido una muerte en la casa donde servían. A la expansión del luto fuera del ámbito europeo también contribuyó la Guerra de Secesión estadounidense,que con tanto muerto, convirtió el luto en algo cotidiano extendido.
Y es que en el siglo XIX todas las costumbres sociales estaban reguladas por una estricta normativa o etiqueta, y dentro de ella el luto adquirió un papel muy importante con bastante rigidez e inmovilidad, de ahí la gran cantidad de manuales de urbanidad que se publicaban en toda Europa. Un ejemplo es esta cita de un manual español fechado en 1885: "¿Qué tiempos han de durar los lutos? La costumbre más general es de un año o dos por los esposos, padres e hijos; seis meses al menos por abuelos y hermanos; tres por tíos o sobrinos, y uno por parientes más distantes. En esos plazos y en los aniversarios, el porte ha de estar en armonía con el vestido, pues choca ver con algaraza y broma en los que visten de luto riguroso."
Y es que en España también se usaba el luto durante la semana santa,cuando se cubrían o retiraban espejos, iconos y pinturas, así como se mantenía un silencio sepulcral durante esos días, especialmente el Jueves y el Viernes Santo, días en los que en algunos lugares era imperante vestir ropas negras u oscuras (marrón o verde oscuro principalmente),y era tradición que las mujeres usaran de mantilla.
Y en el caso de los óbitos domésticos, el duelo debía prolongarse más allá del entierro, además había que cuidar la apariencia externa en el vestir y en el comportamiento. Este comportamiento se presuponía con mayor énfasis en la mujer que en el hombre, de manera que el duelo quedó ligado inexcusablemente a las mujeres de la familia que si tenían dinero,vestían al dictado de la moda largos velos de crespón negro y vestidos de bombacina, un tejido mate que mezclaba lana y seda, también los guantes, los sombreros, las sombrillas, los abanicos o los pañuelos de mano debían ser negros,y si una viuda no tenía una peseta,de todos modos debía vestir ropa de algodón negro, o teñía la que ya tenía y velo de tul negro durante por lo menos un año,y si no era así,se le consideraba una viuda disoluta...El viudo,en cambio,no tenía un periodo de luto, podía continuar su vida normal y su traje debía ser oscuro y en el brazo una cinta negra si lo deseaba.
Ese luto del catolicismo español fue una imposición social para las mujeres durante muchos años,cuando la dictadura franquista reprimió cualquier libertad. Con la muerte de Franco, las reacciones de muchas mujeres españolas contra el luto durante de toda su vida se hizo visible y empezaron a verse vestidos de colores por las calles y en los cementerios, posteriormente a la muerte del familiar cercano. Un caso de denuncia literaria de esa mala forma en que se llevó el luto español podemos verlo en la obra de teatro La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca.
Algunas costumbres modernas han evolucionado, como por ejemplo el uso de gafas de sol para ocultar los ojos llorosos...
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