A mi madre.
Muerta,
Qué clara eres,
Qué frescura traes entre tus dedos...
Eres una fuente
Con piedras blancas en el fondo,
Eres una fuente que de noche canta
y silenciosamente
vienen peces de plata a la superficie de agua.
Eres la brisa
Que en un gesto de adiós pasa en las hojas,
la que lleva los perfumes y los derrama,
Eres los pasos leves de la brisa
Cuando en las calles ya nadie pasa...
Eres una rama de naranjo
donde el silencio florece,
Eres la niebla del río.
Eres la secreta nostalgia de la fiesta
que nunca fué
y que en los jardines aún murmura.
Deslizando las manos por los muros
Pasas recogiendo
La sangre bermeja y madura de las moras.
Muerta qué clara eres,
Y perdida...
Eres la medianoche de la noche,
Eres la terraza que da al viento,
Eres una pena solitaria y franca,
Las sombras vuelven a bailar,
El perfume de azar sacia el aire
y las ramas se recuestan sobre las ventanas:
Suaves cabellos de pena tiene la brisa.
Sola pasas al fondo de la casa.
No muestras tu rostro,
Pasas de espaldas con un vestido blanco.
Eres leve y dulce como un sueño...
El soplo de la noche se llena de angustia
y de mí surgen palabras solitarias:
Eres el perfume de infancia que hay en las rocas,
Eres el vestido de infancia que hay en los campos,
Eres la pena de infancia que hay en la noche.
Súbitamente
Alcanzo a ver apenas la forma de tu rostro:
Pasas y de tus dedos corren fuentes.
Qué leve eres...
Apenas volviste, apenas te vi
Y ya en el fondo de los caminos te extinguiste:
Arena lisa y blanca que ningún paso pisa
Pena franca
Angustia y brisa...
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