2/27/2017

El árbol y el océano...















Cuando las aguas salvajes arrojaron a las costas su oscuro diluvio, y el cielo se tornó diabólico con su tormenta tiránica contra la tierra verde y buena, y los vientos rugieron resonando en trágica espiral sus gritos:
Ha caído el árbol! El poderoso tronco está arrancado!
No hay asomo de vida en el más antiguo! Ha muerto el árbol!
Y entonces la tempestad amainó con un lamento profundo,y nunca hubo lluvia más triste sobre las turbias olas que gemían: perdón,raíces rotas,perdón roja hojarasca, perdón salvia que sangra sobre el cadáver del gigante sobre las dunas, hundidas sus ramas rotas sobre la arena, esparcidas sus semillas sobre las rocas...perdón milenario,perdón...!
Y lloró la mar océano, arrepentida,sobre el poderoso tronco está aplastado.


El árbol está muerto, y sus ramas ya jamás crecerán al sol,ni reverdecerán en risas por las mañanas, y los pájaros no volverán pues sus nidos estallaron contra el arrecife, y la mar océano aterradora, se vuelve calmada y mustia, como esos gatos que traen a casa un pájaro muerto y lo dejar caer a tus pies, excepto que la mar océano ha traído este inmenso árbol de las profundidades del infierno...


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2/12/2017

Vincent...





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2/10/2017

La muerte sospechosa...











El  27 de julio de 1890 fue el día del disparo que 48 horas más tarde acabó con la vida de Vincent van Gogh y que mantiene vivo el debate para descifrar si el gatillo lo apretó él mismo u otro,su asesino. La hipótesis del asesinato de Vincent, ha sido estudiada y publicada por los abogados Steve Naifeh y Gregory White Smith. Con la idea de que el pintor no se suicidó,   los historiadores trabajaron con tiempo y muchas lecturas, y acudieron a una fuente que había caído en el olvido y que aseguraba que la gente de Auvers insistía en que el pintor no se había suicidado, sino que fueron “unos chavales que le dispararon accidentalmente” y que “no se atrevieron a hablar por miedo a ser acusados de asesinato, y que Van Gogh decidió protegerles y ser un mártir”. Así que se centraron en investigar sobre los tormentos y perrerías con las que los hermanos Secrétan y su pandilla acosaban al pintor holandés.

René Secrétan, el cabecilla, era un sádico que gozaba de martirizar a los más débiles. Su posición de hijo de un próspero farmacéutico parisino y su especialidad en el martirio ajeno encontraron en Van Gogh a la víctima ideal,pues el pintor era todo lo genial y sensible que el gamberro neardenthal no era. Desde la clásica estupidez de sal en el café, a una culebra en la caja de pinturas, o la punta seca de su pincel untada con chicle, todo para “sacar de quicio a Vincent”, admitió el bastardo de René más tarde.

El paleto bufón iba con su cohorte de camorristas a la orilla del río a besar y acariciar a sus novias y Vincent observaba desde lejos: “Apartaba modestamente la mirada, lo que parecía muy gracioso a nuestras pequeñas muchachitas”, contó René, quien incitaba a las chicas a provocarle con “sus atenciones amorosas”.
Pero aquello no hacía mella en el pintor. René pensaba que “la oreja no era lo único que le habían cortado”, hasta que encontró en los bolsillos de Vincent libros y fotos eróticas. Incluso dejó correr el rumpor,por todo el pueblo,que había visto  al pintor masturbándose en el bosque… aquello provocó nuevas formas de burla y tormento para Vincent que cada vez se sentía peor.

Hasta que, según el relato de Steve Naifeh y Gregory White Smith, aquel verano las bromas pesadas acabaron con un disparo sobre Van Gogh. No saben lo que ocurrió y no se puede demostrar que René el gamberro apretara el gatillo contra el artista,ya que  las pruebas del acontecimiento desaparecieron porque “los hermanos Secrétan limpiaron todo apresuradamente”,según algunos testigos.
Así que quedó como única prueba la extraña  trayectoria de la bala, que entró desde un ángulo forzado y oblicuo en su estómago y no en la cabeza, como cabría esperar en caso de suicidio, y señalan que los médicos aseguran que el disparo procedía desde lejos, “no como si él mismo hubiera apretado el gatillo.



Lo que sí admitió con los años el viejo René Secrétan es que torturaba a Vincent y que le "prestaron" el arma que acabó con su vida. Coaa por demás extraña,ya que Vincent odiaba y temía al hostil muchacho, de tal modo que ni siquiera le dirigía la palabra, así fue increíble que le pidiera prestada el arma.
La herida era de color marrón sin un halo púrpura que indicaría que el arma se hubuera disparado cerca del pecho, por las quemaduras de la pólvora, según el escrito del doctor Gachet. Además el impacto de bala dió cerca del pecho, debajo de una costilla,en un ángulo absurdo para un suicida, ya que le hubiera sido más facil y menor doloroso,darse un tiro en la sien,para morir de inmediato y no agonizar con terribles dolores durante dos días. Otro misterio es el hecho de que se diera el tiro tras un granero en pleno campo,siendo que podría haber escogido el bosque que tanto le gustaba o su propia habitación, sin embargo, se dió el tiro en un lugar muy ajeno a él, cosa que los suicidas raras veces hacen,pues buscan un lugar que les sea más propicio,cómodo, y accesible para quitarse la vida. Así que podría pensarse que los gamberros lo hicieron ir a punta de pistola a ese lugar para mofarse de él, o humillarlo, y se les fue un tiro,hiriendo de muerte a Vincent,al que dejaron malherido y huyeron,llevándose el arma,ya que ésta jamás se encontró.



Sin embargo,esta hipotesis del asesinato va en contra del argumento comúnmente aceptado, que el artista  estaba preocupado por la pérdida de apoyo financiero de su hermano y que el suicidio “no fue un acto impulsivo, sino razonado”. El desencadenante del suicidio fue “la dolorosa idea de que su obsesión con su arte no le había llevado a ningún lugar más allá del abismo de tormento mental”.
Pero no había notas de despedida para su hermano Theo por ninguna parte. Su cuadro "Campo de trigos con cuervos", considerada su última pintura, fue terminada dos semanas antes de la muerte. Sin embargo Vincent era un artista incansable y dejó dos últimas pinturas inacabadas: Las raíces de los árboles y Granjas cerca de Auvers, en las que muestra la lucha de los olmos por la supervivencia,y cosa por demás extraña que los hubiera dejado inclonclusos,él,que no dormía si dejaba pendiente una obra.

A los más cercanos en esos dos días Van Gogh les dijo que se había disparado. Naifeh y Smith dicen que el artista mentía, Aunque no les cuadra que mintiera sobre su muerte a la persona más cercana, su hermano, para salvar de la cárcel a dos adolescentes a los que detestaba, sin embargo, aunque fuera un suicidio,el muchacho que le torturaba a diario,aunque no disparara el arma, si detonó la muerte del genio con sus burlas y humillaciones continuas.  No hay que olvidar que el suicidio debió de ser mucho más doloroso de tragar para Theo que un asesinato, ya que le cargaba con parte de la responsabilidad.


Escribe Theo a su esposa Jo que Vincent le dijo que esa era la forma en la que se quería marchar,teniendo por lo menos el control sobre su propia muerte,ya que su vida había estado bajo el dominio de las clínicas mentales,la sífilis y la miseria...
Más allá de las hipótesis, la batalla por la verdad de la muerte de Van Gogh es una lucha que cita a los eruditos de su obra contra los peritos de su vida. Unos le definen por su carácter y aseguran que es un ser arrebatado, arrebatador, impetuoso, torturado, furioso, alienado del mundo, exiliado de su familia, enemigo de sí mismo, solitario y fracasado, un corazón fanático, un loco, un anacronismo.




Los otros no lo califican como un loco sino como un realista, un realismo de carácter, el ejemplo extremo del expresionismo, el autor de una visión única y avasallante, en poder de una obra alegórica e inmediata, imaginativo, fiel a una naturaleza no embellecida…Un genio...
De tal modo que continúa el misterio sobre la muerte del pintor que aseguraba: “Yo soy mi obra”, y lanzaba el mensaje en esos cuadros llenos de movimiento,color y belleza, que escondían al genio tras la pintura...


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2/09/2017

Gran cantidad de flores amarillas...






Adeline Ravoux. Hija del dueño de la pensión Ravoux en Auvers-sur-Oise, donde vivió y murió Vincent, relata:

"...Como todos los días, por la mañana muy temprano, Vincent con sus herramientas de trabajo, partió hacia el campo por la parte del castillo (1). Al medio día volvió a la pensión para comer ...

"pero volvió a partir. Nada en su actitud podía hacernos presentir lo que iba a pasar. Hasta entonces nunca se había presentado demasiado tarde a la mesa, ya que quería acostarse como las gallinas. Hasta aquel día, sin ninguna excepción, había comido en la pensión y por eso, al anochecer, nos inquietamos al comprobar que no venía. Esperamos mucho rato, hasta que nos decidimos a guardar su plato y comernos la sopa.

"Cuando hubimos terminado todavía no había llegado; el día había sido muy caluroso y estábamos tomando el fresco en el portal esperando la hora de cerrar. Al cabo de un rato, por fin le vimos aparecer a lo lejos, pero su paso nos pareció extraño por no decir grotesco. Andaba a grandes zancadas y tambaleándose, con la cabeza un poco inclinada del lado de su oreja mutilada. Se habría dicho que había bebido demasiado. (...) aunque en nuestra casa nunca probó el alcohol."

"La noche caía y en la semioscuridad, sólo mi madre notó que el señor Vincent se cogía el vientre y que parecía andar cojeando. Su chaqueta estaba abrochada. Al llegar cerca de nosotros, lo vimos pasar como una sombra sin saludar.
Mi madre le dijo: «señor Vincent estábamos inquietos al no verle. ¿Qué le ha pasado?» Apoyándose unos instantes en la mesa de billar para no perder el equilibrio, respondió: «¡Oh nada, me he herido!» Franqueó la sala con un par de zancadas y subió penosamente los diecisiete tortuosos escalones que conducían a su habitación, en la buhardilla, cuyas paredes habían sido blanqueadas con cal y que recibía la luz del día por una pequeña lumbrera."

 ".....Yo curiosa como chica joven que era, me puse al pie de la escalera a escuchar y ciertamente, lo oí gemir, lo que le comuniqué a mis padres.  Al instante mi madre dijo a mi padre: «Gustave, sube a ver, creo que el señor Vincent no está bien». Mi padre subió. Oyó como gemía. Al no estar la puerta cerrada, entró y vio al pintor tendido en estrecha cama de hierro, con su cara vuelta hacia la pared. (....) Mi padre le insistió «¿Qué le pasa?». Entonces el señor Vincent se volvió hacia mi padre. Mire, dijo, y retirando su mano, mostró el lugar de su cuerpo, debajo del pecho, donde había un pequeño agujero ensangrentado. Una vez más mi padre le volvió a preguntar «Pero ¿qué es lo que ha hecho?», y esta vez el señor Vincent respondió: Me he disparado un tiro....Esperemos que no haya fallado...."
"Había que llamar a un médico. Primero fuimos a casa del que venía dos veces por semana a Auvers y que atendía a todo el pueblo. No estaba. Entonces pensamos en el Dr. Gachet. (.....) Cuando llegó tuvimos la impresión de que el señor Vincent y él no se conocían."




"El Dr. Gachet ignoraba incluso la dirección del señor Théo porque nos la pidió cuando, al bajar, nos declaró que no había nada que hacer y que solo quedaba avisar a la gendarmería. Mi padre pasó la noche al lado del señor Vincent y estaba solo a su lado cuando se presentaron los gendarmes. Uno de los dos se llamaba Rigaumont. Cuando interrogó al señor Vincent respondió muy calmadamente que esto no importaba a nadie, que era muy libre de hacerlo y ya no abrió más la boca."

"Mi padre encontró la dirección entre sus papeles, e hizo mandar un telegrama al señor Théo."




"Para poner los despojos en el ataúd, el encargado de la funeraria y sus ayudantes instalaron el  féretro primeramente sobre caballetes y lo colocaron luego sobre el billar de la gran sala de la derecha, en donde él, "monsieur" Vincent, había pintado mi retrato. Se le recubrió finalmente con una simple sábana blanca. Mi padre, ayudado por el hermano del señor Vincent, transformó entonces esta habitación en una capilla ardiente, con cirios y flores. Al pie del féretro, sobre ramas dispuestas en el suelo, mis padres colocaron su caballete, su silla de tijera, su paleta y sus pinceles"

"Pronto entró en acción un segundo equipo de obreros, Eran los amigos llegados de Paris y de otras partes. Traían gran cantidad de flores amarillas, sobre todo dalias y girasoles, porque el señor Vincent sentía predilección por ellas ...."


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Lluvia en el cementerio...

Cementerio en la lluvia de Vincent Van  Gogh












Sólo la lluvia
 de hace una hora
 dió el pasto seco y ralo
alguna esperanza,
volviéndolo verde en un instante.

Este lugar ha sido abandonado,
su antiguo esplendor fue cubierto,
perdido entre las zarzas,
y por estos tiempos difíciles,
su mantenimiento cortado del presupuesto.

Pero camino, calada hasta las rodillas,
y la peregrinación es lenta
entre las lápidas, leyendo
dificilmente
nombres borrosos por el lodo
y olvidados por el tiempo...


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