4/02/2017

Las velas de los muertos...






Un resplandor suave cruzó en zig-zag por el bosque, se quedó temblando aquí o allá, levantó el vuelo, se posó en una rama y se apresuró a continuar. Era una esfera luminosa, aproximadamente del tamaño de una pelota, que daba grandes saltos, rebotaba de vez en cuando en el suelo y volvía a flotar por el aire. Pero no era una pelota. Era un fuego fatuo...

Un fuego fatuo (en latín ignis fatuus) es un fenómeno consistente  en la inflamación de ciertas materias (fósforo, principalmente) que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, y forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire a poca distancia de la superficie, se encuentran en los lugares pantanosos y en los cementerios. Son luces pálidas que pueden verse a veces al anochecer o entrada la noche . Se dice que los fuegos fatuos retroceden al aproximarse a ellos. Existen muchas leyendas sobre ellos, lo que hace que muchos sean reacios a aceptar explicaciones científicas, ya que desde antaño las personas han tenido este fenómeno como el alma de un ser fallecido.
Una explicación científica para el fenómeno es que la oxidación de la fosfano y los gases de metano producidos por la descomposición de materias orgánicas puede producir la aparición de luces brillando en el aire. Experimentos realizados han reproducido las luces al añadir sustancias químicas a los gases producidos por compuestos en putrefacción, pero sin producir dichas luces ignición alguna.







De tal modo que esta teoría no explica fácilmente los casos en los que se han descrito luces balanceándose, bajando, volando arriba y abajo o moviéndose contra el viento...
Aún no se ha demostrado mecanismo satisfactorio alguno donde los gases que emanan de zonas pantanosas ardan espontáneamente. Más aún, la mayoría de las luces nocturnas bajas son frías, que no es lo que se esperaría de la combustión del metano. Además, nadie ha explicado cómo las nubes de gas luminoso pueden mantener su tamaño y forma mientras se mueven erráticamente durante varios minutos.
Otros creen que organismos bioluminiscentes (por ejemplo el hongo fluorecente Armillaria mellea) o la fosforescencia natural de las sales de calcio presentes en las osamentas provocan la luz. Otras explicaciones incluyen causas similares a las del rayo globular.

Más recientemente, otras hipotesis señalan  que las estas luces  pueden ser generadas por la tensión tectónica, que calentaría las rocas vaporizando el agua que contienen. Las rocas piezoeléctricas como el cuarzo producen así electricidad, que es conducida por esta columna de agua vaporizada hasta que alcanza la superficie, apareciendo como luces terrestres. Eso implicaría que la mayoría de las luces terrestres se dan en lugares con tensión tectónica. De ser así, se explicaría por qué tales luces suelen comportarse de forma errática e incluso a veces aparentemente inteligente, desafiando a menudo las leyes de la gravedad. Sin embargo hay una explicación más amplia, pues la relación entre las luces y el paisaje está también unida a  muchas otras cosas: condiciones climáticas, orografía, líneas telúricas, nivel freático, etc.
Sin embargo, otras explicaciones teóricas parecidas que incluyen la emanación de luz por parte de corrientes eléctricas producidas naturalmente aunque eso no explica la reacción de las a los seres humanos.
Asi, a traves del mundo se dan miles de leyendas sobre los fuegos fatuos, desde que esa extraña luz  atrae a viajeros de los caminos en los pantanos peligrosos o cementerios o que son los espíritus de los niños no bautizados o que son brujas, o que es una  niebla venenosa. Comunmente se cree que los fuegos fatuos son espíritus malignos de muertos u otros seres sobrenaturales que intentan desviar a los viajeros de su camino, alejándose cada vez que alguien trata de acercarse .




A veces se cree que son espíritus de niños sin bautizar o nacidos muertos, que revolotean entre el cielo y el infierno. O los relacionan con la salamandra, un tipo de espíritu completamente independiente de los seres humanos (a diferencia de los fantasmas, que se supone que han sido humanos en algún momento anterior). También encajan en la descripción de ciertos tipos de hada, que  protegerá y bendecirá con salud y riqueza al que la atrape.
Y si bien los fuegos fatuos no siempre se consideran peligrosos; hay algunas leyendas que los hacen guardianes de tesoros, de forma muy parecida a como el leprechaun irlandés guiaba a los que tenían la valentía de seguirlo hasta riquezas seguras. Otras historias tratan sobre viajeros que se pierden en el bosque, se encuentran con un fuego fatuo y dependiendo de cómo le tratan éste los pierden aún más en él o le guían fuera.
En algunos lugares se cuenta que es un espectro maligno condenado a vagar por la Tierra. El diablo le provee de un único carbón ardiente con el que calentarse, que entonces él usa para atraer a los viajeros imprudentes a los pantanos.




A lo largo de la historia, las luces de ciénagas y cementerios,  aparecen y desaparecen de modo absurdo, y cuando  un  valiente  ha logrado acercarse y tocar la luz, cuenta que está fría al tacto, a pesar de ser claramente compuesta por  una llama...y eso le da al fuego fatuo tema para sus leyendas.

Así que, como bajo advertencia no hay engaño, cuando tus pasos te adentren en las tienieblas nocturnas de la ciénega,o cruces un cementerio entre el anochecer y la lluvia, y veas sobre el lodo y entre el agua que gotea de las ramas, esas luces pálidas,verdosas,azuladas, no te dentegas,porque te atraparán...si los fuegos fatuos te rodean estás perdido; corre,deja atrás esos cirios de los cadáveres...No les prestes atención! ...No las mires! ...No las sigas! Huye, o los fuegos fatuos  se agarrarán a las rendijas de tu alma,  y danzarán su danza de muerte,y  no te soltarán, envolviéndote en el hidrógeno fosforado resultante de la descomposición ...

-----------------------------------Zuicidio

No hay comentarios:

Publicar un comentario