Acostumbrado a ser un cazador solitario, el gato Camus (mirada obtusa y de soslayo) desconfía hasta de su sombra: para acabar con toda suspicacia esta noche ha decidido saltar sobre su silueta en el suelo, devorándosela de una tarascada rápida, y sin compasión. Ahora que no tiene quien lo siga ni le copie los pasos bajo la luz de la luna, Camus se siente tranquilo caminando sobre los tejados...
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