4/15/2015

Tentativas...







El suicidio es todo acto mediante el cual una persona se quita a sí misma la vida voluntariamente.
Cuando la agresión no llega a tener consecuencias mortales —es decir, el suicida fracasa en su intento y no muere— se habla de tentativa de suicidio. Algunos también utilizan el término suicidio frustrado para aquellos casos en que, con toda seguridad, se hubiese producido la muerte de no haber intervenido circunstancias totalmente imprevistas e insospechables para aquel que intentaba suicidarse, como es, por ejemplo, que, estando ya inconsciente, reciba la visita inesperada de un amigo que lo traslada urgentemente a un centro hospitalario.
Hay muchos tipos de suicidios. La gran mayoría se llevan a cabo de forma individual, pero, a veces, es una pareja la que se suicida (suicidios por amor); también puede ocurrir que alguien, antes de quitarse la vida, mate a sus seres más queridos (suicidio ampliado), tal como ha sucedido en el seno de algunas familias. En otras ocasiones, los suicidios se realizan en grupo, en la historia encontramos numerosos ejemplos de suicidios colectivos, como los casos de Numancia y Sagunto, o el más reciente de la Guyana. También se pueden incluir dentro de las conductas suicidas, es decir, aquellos comportamientos que, indirectamente, conducen a la muerte, como es el caso de quienes adoptan una forma de vida intencionadamente repleta de riesgo, consumen drogas, o se niegan a comer o a tratarse una enfermedad grave.
Más de mil personas mueren cada día por suicidio en todo el mundo. En muchas grandes ciudades se produce al menos un suicidio diario. ¿Cuál es el motivo que hace que sean tantos los que deciden quitarse la vida? En realidad, no se puede hablar de un motivo, sino de un conjunto de motivos. En un principio, se consideró la posibilidad de que las tendencias suicidas tuviesen relación con la herencia genética, ya que los casos de suicidios eran más frecuentes en unas familias que en otras; sin embargo, no se comprobó la existencia de factores hereditarios, los motivos radicaban en un aprendizaje familiar del suicidio como posible solución a una situación conflictiva determinada (camino aprendido), y en la transmisión hereditaria, no de la tendencia suicida, sino de enfermedades que pueden conducir al suicidio, como la depresión.

La depresión, como en general cualquier tipo de trastorno psíquico —incluidos el alcoholismo y las toxicomanías— es, de hecho, el motivo último de la mayoría de los suicidios. Existen también otros muchos factores que favorecen el suicidio, como la soledad, los conflictos amorosos y familiares, el padecimiento de enfermedades dolorosas, crónicas o terminales, el desempleo, problemas de tipo económico o judicial y, en general, cualquier situación marcada de una intensa desesperanza.
No todos los suicidios obedecen a un auténtico deseo de quitarse la vida. Muchas tentativas de suicidio no responden sino a un último y desesperado deseo de expresar y comunicar un drama interior y solicitar ayuda a los demás. Si no se logra este objetivo, en un futuro intento sí puede desearse realmente la muerte. No es prudente minimizar estas autoagresiones leves diciendo: "sólo quería llamar la atención", "es para manipular la situación", etc. En la actualidad, se viene observando un incremento de los casos de suicidio, una auténtica escala suicida, similar al caso de las drogas. Las tentativas de suicidio se repiten, revistiendo cada vez mayor gravedad, hasta que se produce la muerte. La OMS avisa que las tentativas de suicidio aumentan el riesgo de muerte por suicidio. Hay que desterrar por completo la idea de que "el que avisa no se suicida", ya que la realidad es que cuando alguien nos alerta acerca de que existe esa posibilidad lo más frecuente es que llegue a consumar el intento, sobre todo si no se toman las medidas terapéuticas oportunas.

La posibilidad de suicidarse no depende del valor de la persona. Los actos suicidas están más en relación con el estado de ánimo, y se suelen llevar a cabo de tres modos fundamentales: reflexivamente (todo ha sido minuciosamente premeditado); impulsivamente (con escasa participación del componente racional, en un acto casi reflejo), y por último, en un estado de confusión o de bajo nivel de conciencia, en que la persona no sabe muy bien lo que hace. El proceso se divide en tres fases; en la primera se considera la posibilidad de suicidarse; luego, se pasa a una fase de ambivalencia, durante la cual influyen notablemente todo tipo de acontecimientos externos, y, finalmente, se toma la decisión; esta última fase se acompaña de una cierta sensación de tranquilidad y bienestar: a fin de cuentas ya se ha encontrado un modo para salir de una situación angustiosa. Estas fases clásicas de los suicidios de tipo reflexivo se ven notablemente reducidas en las de tipo impulsivo.
Quiénes son los que más se suicidan? Como es natural, aquellas personas pertenecientes a los grupos de población más afectados por todas las causas enunciadas como favorecedoras del suicidio, pero dentro de éstos, los varones y las personas de edad avanzada son los que aparecen con más frecuencia en las listas de fallecidos por suicidio. Los jóvenes y las mujeres, por el contrario, realizan más tentativas de suicidio, pero estadísticamente mueren menos a causa de las mismas. En los suicidios el método más utilizado suele ser el ahorcamiento, arrojarse desde ventanas o puentes y dispararse con un arma de fuego. Entre las tentativas de suicidio, las técnicas más usuales son la intoxicación con medicamentos y, en menor medida, cortarse las venas.  La asistencia médica especializada es imprescindible tras una tentativa de suicidio; en muchas ocasiones se hace necesario un internamiento psiquiátrico...


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