6/16/2015

Deliciosa muerte...









Crisipo. el filósofo griego afamado entre los estoicos era un fiestero de narices. Y eso fue lo que a la postre acabó con su vida, pero no por cirrosis, sino por culpa de un burro y unos higos. Dice la leyenda que en una fiesta, Crisipo y sus amigos emborracharon a un asno, que después trató de comerse unos higos. Por lo visto, esto debe de ser lo más divertido del mundo entero porque nuestro amigo Crisipo empezó a reírse de tal manera que cayó fulminado al suelo y murió al instante.


Una muerte similar sufrió Calcas,apodado "el alegre" que vivió en el siglo XIII a.C., plantaba unas viñas en su propiedad, cuando un vecino con mala uva, le profetizó que no viviría lo suficiente como para beber el vino de aquellos viñedos.
Tiempo después, con las uvas maduras, Calcas invitó al adivino a verlo tomar un poco de su gustoso vino. Al levantar la copa, el vecino repitió sus dichos y esto le provocó tal ataque de risa descontrolada, que murió luego de permanecer varios minutos sin poder respirar.

El rey Adolfo Federico de Suecia amaba comer y murió por ello. Conocido como “El rey que comió hasta morir”, falleció en 1771 a la edad de 61 años a causa de un problema digestivo luego de comer una cena gigantesca consistente de langosta, caviar, chucrut, sopa de repollo, ciervo ahumado, champaña y catorce platos de su postre preferido: semia, relleno de mazapán y leche.

Julien Offray de la Mettrie, el físico y filósofo francés, y uno de los primeros materialistas de la ilustración fue un médico famoso por sus estudios sobre el aparato digestivo.
Casanova relata en sus memorias que el médico filósofo murió de indigestión al comerse entero, a continuación de una copiosa cena, un faisán con trufas, comida preparada por el cocinero del rey, en base a una cubierta de masa hojaldrada rellena de la carne picada del ave con un delicioso núcleo de trufas negras...

Quizás la muerte más cruda de la historia culinaria es la del chef François Vatel,el cocinero de Luis XIV. En 1671, Horas antes de que comenzara una cena para 2.000 personas, el inventor de la crema chantilly se atravesó el corazón con una espada. Es que no pudo afrontar que el marisco llegara a su cocina con retraso...

Y por último,recordemos que en 1941, el escritor norteamericano Sherwood Anderson,después de una buena comilona, se tragó un escarbadientes en una fiesta y posteriormente murió de peritonitis...


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