12/07/2014

Encuentro con La Bestia...









El Sol animaba la tarde en ese muelle de Lisboa. De pronto, la bruma invadió el lugar. Un hombre vestido de negro, con el sombrero calado hasta las orejas, esperaba impaciente. Había atracado ya el vapor Alcántara. En el venía un viajero especial, uno de los magos más importantes de su tiempo: Aleister Crowley (1875-1947), quien se hacía llamar la Bestia 666. Era el mes de diciembre de 1930.
Bajó por las escalerillas del barco, robusto y calvo, envuelto en una capa oscura y acompañado de una bella joven alemana, Hanni Larisa Jaeger, espigada e impasible. Crowley vio al hombre de negro y a grandes zancadas se acercó a él y le dijo a modo de saludo:

—Pero qué idea ha sido esa de enviarme una niebla tan espesa? Fernando Pessoa (1888-1935), se quitó el sombrero, sonrió tímidamente y de manera galante besó la mano de la muchacha, quien lo miró curiosa: qué clase de mago era este personaje tan delgado y timido? Cómo contrastaba con la personalidad de Crowley, cuyo cuerpo albergaba además a varios personajes interesantes como Master Terion, Lord Boleskine, el Príncipe Chou Kun y el sabio Li Yu.

Amable, Pessoa encargó de que se transportara el equipaje de los visitantes, a quienes condujo en un taxi al Hotel Europa. Estaba sereno, a pesar de haber tenido miedo de este encuentro. Consultó previamente el Tarot, hizo preguntas a las mareas, estudió las estrellas. Todo ello lo había tranquilizado, podía superar la prueba.
Su temor nació cuando Crowley le anunció su visita a Lisboa con el propósito de conocerse personalmente. Este interés surgió de una carta de Pessoa quien observó un error sobre la posición de las estrellas en una carta astral publicada por Crowley. Le escribió entonces en inglés al gran mago, quien de inmediato reconoció los conocimientos astronómicos del poeta portugués.
Pessoa no quería relacionarse más estrechamente con el fundador de la Orden Golden Dawn, por una razón muy sencilla: el mago británico era satanista, practicaba la magia negra y demoníaca,y era algo farsante y exibicionista,contrario todo esto a la personalidad mesurada del poeta. Pero el autor del Primer Fausto se interesaba,por su parte, en los msiterios del tarot,los fantasmas y los juegos demenciales del destino... Así que pensó que tal vez podía haber sido un conjuro la repentina aparición de la neblina en la llegada del mago a Portugal... De alguna forma,el poeta sintió la coincidencia como una protección hacia su persona.





Ese invierno en su vida iba a estar marcado  por esta visita. Crowley había sido expulsado de la Golden Dawn por intervención de uno de sus iniciados, el poeta W. B. Yeats. El escándalo era el compañero constante de su vida. Su viaje a Lisboa no iba a ser la excepción.
Además de jugar ajedrez con Pessoa y confirmar sus amplios conocimientos esotéricos, el mago británico se dedicó a hacer turismo en compañía de la bella muchacha alemana. Sin embargo, unas semanas después hubo un incidente, un pleito resonante de la pareja al parecer surgido de algún malentendido en una operación de magia sexual. Por tal motivo el Hotel Europa los corrió de sus instalaciones. Se vieron obligados a hospedarse en un sitio de menos categoría y, de pronto, cansada ya quizás de los rituales demasiado intensos de Crowley, Hanni Larissa Jaeger puso pies en polvorosa.
A pesar de ser un mago negro de alcurnia, Crowley sentía el rechazo como cualquier enamorado infeliz. Ideó entonces un falso suicidio para llamar la atención de Hanni. Y para ello solicitó la colaboración de Pessoa, cuya adicción a la magia blanca y, sobre todo, la experiencia de su propia vida, lo hacía proclive a entender los enredos del desamor.

Boca do Inferno,Cascais,Portugal.
Así pues, en un acantilado de Cascais,llamado "O Boca do Inferno" dejaron una pitillera y un mensaje: “No puedo vivir sin ti. La otra Boca del Infierno va a devorarme, aunque no será tan ardiente como la tuya, tú Li Yu”.
La policía interrogó a Pessoa sobre los indicios del suicidio. La prensa de varios países se ocupó del asunto. Dos agentes especiales británicos volvieron a interrogar al poeta portugués. Después se sabría del rastro de Crowley persiguiendo a la alemana huidiza.
Fernando Pessoa fue un pensador y practicante de lo oculto. Públicamente defendió a la masonería y al espiritismo contra una ley de la dictadura portuguesa que prohibía las sociedades secretas. Pero más allá de ello, de sus creencias y sus posturas políticas, su ocultismo se expresó en su capacidad creadora a través de sus heterónimos Alberto Caiero, Ricardo Reis, Alvaro Campos y Bernardo Soares...
Y es que su poesía —de igual manera que las doctrinas ocultas de Crowley—, buscó establecer las correspondencias misteriosas entre lo de abajo y lo de arriba, entre la naturaleza y lo ignoto, entre el hombre y lo sagrado... Porque la poesía es,a fin de cuentas, la forma más sublime de la magia...


-------------------------------Zuicidio

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