12/11/2014

Línea de fuga...

“La perfección del suicidio se encuentra en lo equívoco.”
----------Zuicidio.



La evidencia empírica muestra que no hay co-relación verídica entre el suicidio y la locura, ni siquiera en la estadística o en la literatura al respecto, cuestión que la discursiva mediática y psiquiátrica de forma intencionada ha preferido ignorar, esto porque establecen como verdad pública la falacia de que el loco se encuentra en peligro de sí mismo, y posiblemente se encuentre en una situación peligrosidad pero no producto de su delirio -como dice la psiquiatría institucional - sino de las condiciones políticas y médicas de las que fue secuestrado, está en peligro de sus ataduras pero no de su locura. Condiciones de contexto, situaciones y estado de las cosas que nos pone a todos en un devenir suicida, locos y supuestos cuerdos...

El suicidio podría ser mejor entendido como producto de la sociedad y como una línea de fuga del suicida con respecto a ésta,y,claro, como significante de desorden y ruptura al sistema social. Esta forma de interpretar el suicidio tiene un simbolismo filosófico ,tal como una forma de desplegar las fuerzas de poder a través de la soberanía de la vida-muerte sobre las instituciones de poder político o pastoral, y en ese contexto histórico el suicida genera un quiebre con sus administradores...
No hay que asombrarse si el suicidio —antaño un crimen, puesto que era una manera de usurpar el derecho de muerte que sólo el soberano, el de aquí abajo o el del más allá, podía ejercer— llegó a ser durante el siglo XIX una de las primeras conductas que entraron en el campo del análisis sociológico; hacía ver ridículas las fronteras y los intersticios del poder que se ejerce sobre la vida, el derecho individual y privado de morir. Esa obstinación en morir, tan extraña y sin embargo tan regular, tan constante en sus manifestaciones, por lo mismo tan poco explicable por particularidades o accidentes individuales, fue una de las primeras perplejidades de una sociedad en la cual el poder político acababa de proponerse como tarea la administración de la vida.
Aparentemente estamos en un Espectáculo en mutación de una sociedad hipercontrolada, terreno contemporáneo donde el suicidio tiene una signifícate no muy lejana a la del siglo XIX, algo que evidencian las instituciones jurídico-disciplinarias donde se estipula el derecho a la vida pero no a la muerte. Se ha intentado llevar el suicidio,en su marco jurídico y cultural, a lo prohibido, y eso se debe a la influencia del cristianismo cuando estableció al suicida como pecador.
Pero pecaminoso o no, en estos tiempos,para el sistema legislativo occidental el suicidio no es ilegal ni en países tan reaccionarios como España, no porque de antesala se configure una suerte de derecho a la muerte, sino porque un marco de negación al suicidio no se reduce a la legalidad o no de esté que poco importa para el suicida, sino a la subjetividad dominante sobre suicidarse.
No importando la mediatización, el suicida es un nihilista en su acto, no porque se identifique individualmente con un cierto nihilismo, sino por su ejecución  misma de negación a una vida programada, el suicidio rompe con las ataduras sociales y morales hegemónicas, de antesala rechaza lo viviente o lo que quedará. En ese sentido todos los suicidios son líneas de fuga del Caos. A partir del análisis anticapitalista y crítico del suicida como producto del status quo, y desde la sensibilidad con la noción de “vida”, o la individualización del suicida solo podrá verse desde una mirada ácrata, filosófica, histórica y política, siempre política...

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