3/14/2010

Belleza pòstuma...

A mediados del siglo XIX,la tasa de mortalidad era prácticamente igual al número de nacimientos. La mayoría de las muertes eran de niños a causa de la viruela y la fiebre amarilla, y mujeres que morían en el parto,pues no se habìa descubierto la penicilina ni la esterilizaciòn. A menudo los niños le eran arrebatados de su familia antes de su primer cumpleaños.Entonces,los padres dolientes no podìan consolarse con nada,hasta que apareciò la fotografìa...
La Fotografía de Difuntos fue una práctica muy extendida en el siglo XIX y básicamente, consistía en vestir al cadáver con sus ropas personales e inmortalizarlo solo o en un último retrato grupal, con sus compañeros, familiares o amigos. Esto que podrìa calificarse como una práctica morbosa y macabra por algunos, para otros eran imágenes con cierto aire nostálgico en una época donde la muerte, más allá de un suceso funesto, era visto como un acontecimiento espiritual, sumamente emotivo que se debía rememorar como parte del ciclo de todos los seres humanos.

Este fenómeno social se desarrolló en una época en que la fotografía era una fascinante novedad, de tal modo que mucha gente muriò sin haber podido ser retratado en vida. De ahí que muchas familias desearan fotografiar "post mortem" a sus seres queridos para que todo el mundo supiera que esa persona había existido y habìa pertenecido a aquella familia.


"Angelitos" era la forma en que en el siglo XIX se conocía a las fotografías post mortem de niños. Teniendo en cuenta el alto índice de mortalidad infantil de dicha época donde una familia común solían tener entre 8 y 10 hijos, la media de fallecimiento era de la mitad. En ese contexto, las fotografías del niño fallecido junto a sus padres y hermanos abundaron.


Los cuerpos muertos usualmente se retrataban como si estuvieran dormidos, lo que otorgaba a los mismos una imagen de naturalidad al tiempo que se simbolizaba el "e
terno descanso" del fallecido, pero también fue muy común disponer los cadáveres de tal manera que simularan estar realizando algún acto cotidiano, proceso que incluía, en muchos casos, abrir los ojos del difunto utilizando utensilios diversos (en general, una cucharilla de café) y resituar correctamente el ojo en la cuenca.En algunas fotografías, si nos fijamos bien podemos ver otra de las técnicas utilizadas: la de pintar los ojos en los párpados del muerto y sujetarlo con alambres y todo tipo de artilugios en las piernas y brazos para hacerle la fotografía erguido o de pie.


De hecho, se solía dar completa libertad a la persona encargada de tomar la imagen para vestir y disponer el cuerpo como considerara apropiado. Muchos de los fotógrafos de aquel entonces se convirtieron en auténticos expertos del maquillaje, llegando a obtenerse resultados muy espectaculares en algunos casos y bastante esperpènticos en otros. En general, las fotografías podían tomarse en picado o contrapicado, pero era muy común disponer la máquina a la altura del rostro del fallecido. La cara se enfatizaba en gran medida y en muchos casos se suprimía cualquier tipo de ornamentación, lo que l
leva a una confrontación directa y cruda con la persona muerta cuando se observa el retrato. Posteriormente, se incluyeron algunos otros adornos, como las flores. No era tampoco en absoluto extraño que los padres aparecieran junto a los niños muertos simulando acunarlos durante su sueño. Se intentaba, de esta manera, aportar un toque más de naturalidad a las imágenes y, de paso, mostrar las relaciones de las criaturas con sus progenitores. Resulta interesante comprobar la aparente entereza de los adultos, que siempre se muestran perfectamente tranquilos, aunque con cierta tristeza en su mirada. Como también resulta inquietante comprobar de qué modo se enfrentaban a la muerte los niños, pudiendo fotografiarse junto a su hermano muerto sin que ello les haya supuesto ningún trauma importante, tal como se argumenta hoy día, cuando evitamos a los niños tan siquiera nombrar a la muerte.
El negocio de la fotografía post mortem fue creciendo conforme se iba demandando retratos de ultimas voluntades, ya fuese por petición del propio difunto en vida o por los familiares. Los fotografos del momento vivian espeluznantes anécdotas cuando se encontraban con un séquito en sus salas ansiosos de poder retratar a su ser querido antes del sepelio, fue entonces por lo que comenzarón a "desplazarse a domicilio".Los fotógrafos también hacian uso de su "arte", al fabricar ellos mismos soportes exclusivos con los cuales dar una posición artística más adecuada a sus clientes, emulando una postura natural que pasaría a la posteridad, y que curiosamente, pese a la concepción morbosa por parte del vulgo, hay algunos que saben apreciar en esas fotos un arte impresionante, pleno de temibles misterios y tràgica belleza.
Y al final sucede que el objetivo de aquellas fotografías se cumpliò: En este presente (que fuè el futuro de aquellas personas),se sabe que existieron gracias al fugaz segundo de un obturador que fijò la muerte como si fuera vida...
Y todo ello da a pensar que el ideal de cualquier fotògrafo,es que su modelo no se mueva...y si pensamos que en los principios de la fotografìa,en aquellos larguìsimos tiempos de exposiciòn que se necesitaban,debiò un gusto para los fotògrafos que sus modelos fuesen cadàveres...


--------------------------------------->Zuicidio

No hay comentarios:

Publicar un comentario