
Iker se levanta como con resorte, calado hasta los huesos de sudor, después de un sueño horrible en el que criaturas enormes se lo pasaban como si fuera o fuese una pelota de tenis para después encerrarlo en una jaula del tamaño de su habitación con una cama, una mesa y su silla, una tumbona de playa y un televisor. Sale de la cama, se viste, pasa a la cocina, abre la jaula de su conejo chino Bolita, lo toma con cariño con la derecha, copo tibio y bullente y se lo lleva a la calle, insolito en Iker, sin desayunar. Monta en la vespa, y enfila la ronda para alejarse veinte minutos hacia las afueras de la ciudad,y por fin se detiene en un bello paraje y suelta al conejo tembloroso, en un pinar. Iker vuelve a casa henchido, eufórico por la sensación que da dar la libertad, aunque nomás sea a un pequeño conejo,Suspira y mira el paisaje por unos minutos,y luego vuelve al camino.
Aún no ha acabado de subir de nuevo a la vespa,cuando algo desinfla su euforia: un zorro, cansado de correr,con el pellejo de la presa en el hocico, desaparece pinar adentro,para comerse lo que quede de entrañas y los ojos rojos de Bolita...
Por la noche,Iker sueña por ùltima vez, que el espectro de Bolita y algunos otros conejos aterradores,se presentan en su habitaciòn y lo atacan de modo terrible,despanzurràndolo como venganza...
--------------------------------->Zuicidio
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